Dos formas narrativas: relato y cuento

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



En el ejercicio de la literatura conviven el relato y el cuento. Ambos son formas narrativas que en su origen tienen parentesco con la antigua épica, que con el tiempo se transformó en novela, cuento, relato y fábula. Primero fue la epopeya, cuando los géneros clásicos eran la lírica, la épica y la dramática. Después la épica comenzó a tratar temas particulares --habían desaparecido las acciones de los dioses y poco se atendía a los relatos sobre semidioses y héroes universales-- y la vida del hombre común y corriente mereció ser destacada en literatura. Entonces la épica se transformó en novela, cuento y relato. Todo lo expuesto hasta ahora nos permite concluir que no es lo mismo un cuento que un relato. En efecto, señalemos algunas diferencias:
El relato es una narración menos rigurosa que el cuento. Su estructura no sigue normas rígidas, por lo cual el narrador puede combinar a voluntad elementos anecdóticos para conformar una historia que muchas veces parece contada a retazos. En el relato se tiene en cuenta más lo que sucede que la vida o el comportamiento de un personaje en particular. Además, el relato, por su estructura abierta, puede hacer parte de una unidad narrativa mayor, más extensa, como la novela.
El cuento es una narración en la cual las acciones giran en torno a un núcleo o eje temático generalmente constituido por uno o pocos personajes. En el cuento la acción aparece condensada, aferrada al personaje. Puede decirse que las acciones envuelven al personaje con el fin de caracterizarlo y resaltar sus notas distintivas. En un cuento las acciones no se diluyen; no hay espacio para introducir digresiones explicativas; eso, además, restaría fuerza a las acciones. Es decir, en el cuento los personajes se explican a sí mismos mediante sus acciones. Esta situación es mucho más evidente cuando se trata de un cuento psicológico.
Hay innumerables ejemplos de cuentos que pueden tomarse como modelos a la hora de incursionar en este género literario. Los narradores principiantes obtendrían conocimientos valiosos con la lectura y el análisis de cuentos como 'El perseguidor' de Julio Cortázar y 'El cautivo' de Jorge Luis Borges. Aunque se trata de narraciones con estructuras totalmente diferentes, se advierte que no son relatos sino verdaderos cuentos. En 'El Cautivo' puede notarse que si el autor hubiera tratado de alargar el cuento, habría dañado una de las más logradas obras cortas de Borges.
Para aclarar más el tema pensemos en 'El lazarillo de Tormes', narración picaresca en la cual un joven huérfano cuenta su vida de servidumbre bajo la autoridad de varios personajes, cada uno de los cuales perteneciente a diferentes clases sociales. Pues bien. El chico, que es un pícaro y a cada instante se las ingenia para ganarse la vida, se convierte en auxiliador de sus sucesivos amos o patrones. Sin él ellos no podrían sobrevivir. La obra es una sucesión de cuentos. El personaje es Lázaro, y la obra, estudiada como modelo de la literatura picaresca española, ha soportado la crítica por más de cuatro siglos y medio.
Por último, como la modestia nunca se deja tan "aparte" como se pretende hacer creer a los demás cuando ponderamos algo nuestro, recuerdo ahora que mi libro 'Espejos astillados de la memoria' no es una colección de cuentos sino de relatos.