Desde que se inventaron las excusas…

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alberto Linero Gómez

Alberto Linero Gómez

Columna: Orando y viviendo

e-mail: palbertojose@hotmail.com



Por estos días he estado pensando en una frase que decía mi abuela y que se aplica muy bien para lo que quiero compartir con ustedes hoy: "Para quién no quiere siempre hay una buena excusa". Ella tenía claro que cuando los seres humanos no queremos hacer algo nos damos a la tarea de encontrar o fabricar una buena excusa. Somos especialistas en colocar "peros".
Lo mismo pasa con la experiencia de Dios. Algunos para no abrirle el corazón a Dios y dejar que Este sea el Dueño de su vida, siempre tienen una excusa para no hacerlo, encuentran un "pero" que los incomoda y que les permite decir que no. No importa ser contradictorios y poco lógicos, lo que importa es decirle que no al Señor por alguna razón. Hay gente que se excusa en los demás y no reconoce que las verdaderas razones de su rechazo a Dios está en su corazón, esto es, dentro de ellos mismos.
El evangelio de Lucas (7,31-35) concreta bien esta actitud en la siguiente expresión de Jesús: "¿Con qué compararé a los hombres de esta generación? ¿A qué se parecen? Son como niños sentados en la plaza, que se dicen entre ellos: -Hemos tocado la flauta y no bailaron, hemos entonado cantos fúnebres y no lloraron. Vino Juan Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y dicen: está endemoniado. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: miren que comilón y que bebedor, amigo de recaudadores de impuestos y pecadores. Pero la sabiduría ha sido reconocida por sus discípulos". Así somos. "Palo porque bogas y palo porque no bogas".
Tenemos siempre la capacidad de agarrarnos de algo para justificar nuestra incapacidad de dar un paso de fe y de confiar en Jesús. Encontramos una razón que hace responsable a los otros y no a nosotros mismos de la falta de decisión y de acción en nuestra vida. Somos expertos en encontrar "peros" en los demás que nos justifiquen en nuestras acciones.
Conozco personas que han desarrollado la capacidad de mentirse a sí mismos, y le hacen creer a los demás esa mentira, y esta es siempre fuente permanente de error y de fracaso. Quien permanece en su mentira, se cierra a la posibilidad de cambiar aspectos en su vida que no le ayudan a crecer, se cierra a la experiencia de Dios que nos invita en todas las situaciones de nuestra vida a ser felices.
Considero que algunos buscan excusas en todo momento para no aceptar la experiencia de Dios en sus vidas, por tres causas fundamentales: el egocentrismo, la autojustificación y la tendencia a proyectar sobre el otro sus errores. Estas causas hacen que haya gente que se cierre a aceptar el modo de vida de Jesucristo, mintiéndose a sí misma, sin detectar esa mentira de la cual, no obstante, es la autora.
Si queremos ser felices tendremos que asumir nuestras propias decisiones y darnos cuenta porqué no actuamos o porqué actuamos. Es necesario aceptar a los otros tal cual son y desde su realidad podernos relacionar con ellos. Frente a la experiencia de Jesús es nuestra decisión si lo aceptamos en el corazón como Señor o no lo hacemos, pero no culpemos a nadie de esa decisión personal.