Ganaron los homosexuales, ¿quién perdió?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Halinisky Sanchez Menéses

Halinisky Sanchez Menéses

Columna: Opinión

e-mail: halinisky@hotmail.com



A propósito de la histórica decisión de la Corte Constitucional en el sentido de avalar la adopción de niños y niñas por parejas del mismo sexo u homoparentales, es necesario hacer una reflexión moral, social y científica de los efectos históricos que esto tendrá en las futuras generaciones.
Uno de los efectos prácticos del relativismo filosófico es la transformación del lenguaje, la reformulación de los conceptos, la filosofía relativista predica que no hay valores absolutos ni leyes naturales indestructibles, al rebatir o cuestionar la existencia de los absolutos, ya no es posible llamar las cosas por su nombre, como alguien aseguro en una oportunidad el credo del relativismo es: "Nada es verdad o mentira, todo depende del cristal por donde se mira"
Los movimientos LGTBI en una actitud coherente con sus aspiraciones, reclaman ahora el derecho de adoptar en igualdad de condiciones con las parejas heterosexuales, con el argumento de que si se les reconoce como unión marital de hecho, no existe ningún argumento para que no puedan adoptar.
Básicamente ese es el problema jurídico, y ciñéndonos a la lógica jurídica, es cierto si ya la Corte Constitucional equiparó este tipo de uniones con las heterosexuales no existe fundamento hermenéutico para que no puedan adoptar. El meollo del asunto es que la discusión desborda el tema jurídico, el tema es moral, social y científico y tendrá consecuencias profundas e irremediables en las nuevas generaciones de colombianos.
Es moral porque resulta una preocupante paradoja que solo nueve personas tengan el poder de configurar el tipo de familia de toda una sociedad, peor aún que sean estos funcionarios públicos de la rama judicial quienes determinen qué es favorable o desfavorable para los menores que con la adopción serán criados en un ambiente homoparental.
Es moral porque el objetivo del activismo gay no es solo coexistir con el matrimonio heterosexual y tener sus mismas prerrogativas, su objetivo es destruir el matrimonio heterosexual y monógamo, tal como lo han admitido varios activistas entre ellos periodista lesbiana Masha Gessen que sin pudor alguno en una entrevista radial afirmó que el matrimonio no debería existir y ellos al conseguir la aprobación del matrimonio entre parejas del mismo sexo, su próximo objetivo es destruir el matrimonio tradicional.
Es un imperativo moral defender la primera y más antigua institución social, como lo es la familia
Si un ser humano nace de la unión de un hombre con una mujer, ¿la Corte Constitucional en vez de preguntarse si es o no una discriminación impedir la adopción por parejas del mismo sexo, debió preguntarse si es válido que un niño no tenga derecho a tener una papá y una mamá?
El tema es social porque ninguna comunidad humana ha institucionalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo, no existe antecedentes antropológicos de la familia homoparental, sin desconocer que existieron sociedades que practicaron libremente la homosexualidad y la promovieron como por ejemplo en la antigua Grecia, Sodoma y Gomorra, pero esta práctica no tuvo nada que ver con el matrimonio y mucho menos con la crianza de hijos.
¿Vale la pena experimentar con la base fundamental de toda sociedad humana?
El tema también es social porque en aras de conceder todos los reclamos de los movimiento LGTBI se está estigmatizando a los que no están de acuerdo, la libertad de pensamiento y expresión solo es para los LGTBI, un cristiano o judío puede ser denunciado por discriminación e incluso arrestado si expresa que la homosexualidad es pecado, o peor aún un medico puede ser denunciado si plantea que la homosexualidad es una enfermedad , eso si el movimiento LGTBI puede decir lo que quiera y reclamar lo que quiera, ellos siempre gozaran de la narrativa del "perseguido y discriminado", a su vez que cualquier crítica a la ideología LGTB Ies tildada de homofobia, intolerancia y fanatismo.
El problema también es científico, como quiera que el movimiento LGTBI manifiesta que los estudios han demostrado que no existen diferencias entre un niño criado por una pareja heterosexual y uno criado por pareja homoparental.
¿En realidad existe consenso científico respecto de la adopción de menores por parte de parejas del mismo sexo?
Los movimientos LGTBI muy a menudo citan declaraciones de la APA -Asociación Psicológica Americana- y los de la AAP -Asociación Americana de Pediatría- donde se citan ciertos estudios como prueba de la inexistencia de problemas en el desarrollo de los niños en parejas del mismo sexo.
Pero veamos la otra cara de la moneda, el estudio del profesor de sociología Mark Regnerus, de la universidad de Texas, en este estudio se analizó cerca de 3000 hijos ya adultos de ocho estructuras familiares diferentes y las evaluó dentro de 40 categorías sociales y emocionales. Los hijos criados por parejas biológicamente normales fueron mejor educados y tenían mejor salud; consumieron menos drogas e incurrieron en menos actividades delictivas y presentaron mayores niveles de felicidad, al contrario, de adultos, los niños criados por parejas homosexuales, tuvieron niveles de ingreso más bajos y más problemas de salud física y mental e inestabilidad en sus relaciones de pareja.
La decisión de la Corte Constitucional que avala la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo, sin duda es un triunfo de la comunidad LGTBI, una victoria jurídica que significa la derrota del sentido común y la honestidad científica, la Corte no aborda un tema tan delicado y complejo desde la perspectiva biológica, genética, antropológica y social, pareciera que al poder judicial y los medios de comunicación no les importa la evidencia, más bien importa ser políticamente correctos.
Cristo, nos redima.