Una confusión perversa

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



A raíz de la solicitud que el Gobierno Nacional le hizo a la Directora de Colciencias para que presentara su carta de renuncia, ha quedado no solo en el aire sino en algunos artículos de medios de comunicación, la confusión perversa de que el Departamento Nacional de Planeación depende del Ministerio de Hacienda.
Esta idea quedó reforzada porque fue precisamente el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, el que salió a descalificar a la hoy ex directora.
El motivo de la discordia que le costó la cabeza a la funcionaria fue el presupuesto de Colciencias, el cual se maneja tanto en Hacienda como en Planeación; en el primero se decide el gasto de funcionamiento y en el segundo el de inversión, como sucede en todas las entidades públicas nacionales.
Independientemente de cuál era el presupuesto que aparentemente se estaba reduciendo, lo interesante es que esta situación comprueba el temor de muchos sobre el verdadero papel del Departamento Nacional de Planeación. Primero, el DNP es un Departamento Administrativo que depende de la Presidencia de la República y no del Ministerio de Hacienda; segundo, para muchos siempre se ha considerado como un Súper Ministerio, por tener responsabilidades tan importantes como el manejo del Presupuesto de Inversión, el Plan de Desarrollo y el Conpes, entre muchos más. A diferencia de un Ministerio normal, la labor del DNP es transversal: toca todas las áreas económicas y sociales.
Pero para que no nos digamos mentiras, su importancia depende directamente de la que le quiera otorgar el Presidente de turno. Desafortunadamente, para el país y para la inversión pública, los últimos gobiernos -especialmente durante el período Uribe-, el DNP no solo perdió poder sino que le colgaron demasiadas responsabilidades micro y coyunturales que desdibujaron su imagen.
Algo se ha recuperado en este Gobierno pero están lejanas las épocas en que los desacuerdos entre Hacienda y Planeación solo los resolvía el Presidente.
Otro factor que debilita la labor y la voz de Planeación Nacional, es tener un ministro de Hacienda demasiado fuerte, como es el caso del actual. Seguramente para la actual directora del DNP, no ha sido fácil manejar los debates con Minhacienda, entre otras, porque muchos prestigiosos economistas sueñan con tener el control total del Presupuesto Nacional en ese Ministerio. Es decir, quitarle al DNP el manejo de la inversión pública.
Todavía se escuchan voces en ese sentido, especialmente entre aquellos que han ocupado la cartera de Hacienda pero no han sido directores de Planeación Nacional.
Colombia es tal vez el único país de América Latina en donde la onda neoliberal -que aún impera en algunos países de la Región-, no ha logrado borrar del mapa un organismo de estas características. Contra viento y marea, el DNP continúa siendo una entidad muy importante, con excelentes equipos técnicos a quienes el Presidente y todo el gobierno deberían escuchar con mayor frecuencia.
Claro que los ministerios se han fortalecido, y a diferencia de antaño, tienen excelentes profesionales. Pero lejos de ser esta la excusa para acabar con Planeación o subordinarla a Hacienda, lo que debería entenderse es que ahora se puede manejar mejor el diálogo entre Planeación y Ministerios.
Ahora que se protesta tanto por demasiados ministros flojos y politiqueros, es bueno recordar que una de las virtudes de Planeación Nacional, ha sido la de asumir el papel de incubadora de funcionarios públicos de alto nivel, incluidos ministros. Quien no haya cargado ladrillos como funcionario chiquito de Planeación Nacional, no va a entender nunca que la función pública no consiste en ponerse saco y camisa, ahora que, desafortunadamente, dejaron atrás la corbata hasta en el Congreso.
La de seda o poliéster según el cargo, porque la otra -la de dar dádivas-, sigue más vigente que nunca en todo el Estado, pero esperamos que con la excepción del Departamento Nacional de Planeación.