La violencia empieza verbalmente

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Lamenté, como todos, la eliminación de Colombia del mundial de Brasil, a manos de Brasil. Critiqué internamente a un árbitro débil, cobarde, venal…, que todos vimos favoreciendo al local en detrimento de una esperanzada Colombia, lo que, por lo demás, terminó propiciando el juego fuerte y consecuentemente la lesión del gran Neymar. Lamentable, todo eso. Pero, no por ello, podemos seguir siendo los mismos con las mismas: precisamente, se ha dicho que el gran mérito de este equipo, el de Pékerman, es la representación de una Colombia que nadie conocía, la de la gente positiva y justa, ganadora, honesta, animada, y, al tiempo, fuerte, resistente, corajuda.
Estoy de acuerdo con los que han afirmado que el secreto del equipo es la participación de los jugadores que mejor se encuentren, sin favoritismos ni apasionamientos; asimismo, concuerdo en que esta selección es una escuadra particularmente limpia, que no pega, que juega y que deja jugar. ¿Somos los colombianos así también? Sí, lo somos. ¿Y podemos extrapolar esas virtuosas muestras deportivas a la vida cotidiana? Claro que se puede, de hecho, ya empezó a ser así. Muy bien. Pero, ¿y qué pasa con esas descalificaciones de algunas personas de algunos países del llamado mundo desarrollado mediante las cuales se nos considera un país de adictos a la droga, y con ello, de mafiosos y violentos? Pues eso es algo que debería caerse por su propio peso, y no preocuparnos demasiado, pero la verdad es que ello no es así.
Con ocasión de la derrota colombiana, salieron a flote las indeseables manifestaciones del viejo país. En Facebook, por ejemplo, decenas de "memes" mostraban a Pablo Escobar representándonos, tomando la vocería del país -la de sus adoradores-, y entonces, así, una vez más, se les ha dado la razón a los que se regodean menospreciándonos, bajo el entendido de que todos los colombianos somos igual de hampones.
(No todos somos iguales aquí, señores, ojalá algún día eso les quepa en sus prejuiciosas cabecitas). Sin embargo, lo más grave fue el titular (no he leído el contenido de la información) del periódico samario Hoy, Diario del Magdalena, que, en un destello de vulgaridad que se pretende disfrazar de rigor profesional -eso, tal vez, lo peor-, maltrató, con palabras soeces, al árbitro que nos perjudicó, por el hecho de su nacionalidad (!).
Las apreciaciones sobre el desempeño de cualquier persona en su trabajo no dejan de ser subjetivas, por más que se les dé un viso de autoridad a través de un medio de comunicación. Como mis opiniones aquí, digamos. Por esa razón, no puede ser de recibo que, a nombre de los colombianos enojados, este medio de Santa Marta (!), Hoy, nos haga volver a esa etapa de no aceptación de nuestra irracionalidad, lo cual ciertamente es un retroceso en este camino de reconstrucción que hemos iniciado. El rechazo no ha sido generalizado, como debía de esperarse, y ese es un motivo de preocupación. ¿Seguiremos siendo los que, sin poder sobre sí mismos, nos dejamos llevar por las emociones destructivas, para después arrepentirnos estúpidamente?