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Columnas de Opinión
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Hola, amigos, definitivamente este país va de mal en peor, sobre todo por la clase de dirigentes que tiene. Por un lado hay una senadora empeñada en que el Congreso de la República cree una ley mediante la cual se castigue con cadena perpetua a los violadores de niños. Afirma la política que con eso se acabará el problema de muchos violadores, a mi modo de ver enfermos, que ven en niños y hasta bebés, la pareja ideal para sus morbosos apetitos. Indudablemente, creo que esos cuasihumanos deben ser exterminados, no por violencia, sino porque son un peligro para los infantes, y no tienen arreglo de ninguna clase. Una enfermedad que no tiene cura.

Pero el sueño de la senadora está en afirmar que esa ley será la solución, cuando el problema está en los altísimos índices de impunidad que hay en nuestro sistema judicial. Pero yendo a lo mío: la misma senadora nos decía el miércoles pasado, que en el horrible caso de los niños de Arauca (que hasta ahora sigue impune) se había comprobado, mediante el ADN, la culpabilidad de un malhechor, pero que hay cincuenta y un pruebas más. Yo me digo, si así habla una profesional que ocupa tan alto cargo, ¿qué podremos esperar del pueblo ineducado? Si la congresista hubiera estudiado en un buen colegio sabría que son cincuenta y una pruebas más. Así lo dice la gente culta. Antes de cambiar de tema, aclaro que trato a los culpables de "enfermos" porque nadie, en su sano juicio, puede ver a un bebé, ni siquiera a una niña de diez o doce años, como un atractivo sexual. Por eso mismo, ni siquiera es humano.

Por otro lado, la señora Ministra de Educación, en una muestra más de que la dirigencia de la educación colombiana está en manos de personas que "saben mucha teoría" pero no han estado jamás en un salón de clase, trabajando con cuarenta niños de diferentes estratos, que llegan a clase con hambre, procedentes de hogares donde la madre es padre y madre a la vez, pero el tiempo no le permite ni saber si su hijo fue a clase, sale con que los maestros no deben tener vacaciones, pues deben "acompañar" a esos niños y sus padres para que en los días del descanso estudien con el fin de ser promovidos en el primer período del año siguiente. ¡Hasta graciosa es la propuesta! ¡Vaya y métase a esas clases para que sepa lo que es bueno!

Claro, que la idea no deja de ser venenosa. Lo que encierra en el fondo es que los niños deben quedarse sin una educación científica, que se mantengan en la ignorancia para que sigan aceptando sin protestar todo lo que el Estado hace cuando maneja el país. Porque ella debería saber que esos niños que, ni en el tiempo lectivo miran los libros, porque no tienen quien los supervise en la casa, menos van a hacerlo en vacaciones. A no ser que obligue a los maestros a que hagan esa labor: irse en vacaciones a las casas de sus alumnos a desarrollar esa personalizada labor. Como tienen tan buen salario.

Para terminar, veo con preocupación que cada día es más difícil para los comunicadores establecer la diferencia entre números ordinales y fraccionarios. Y así hablan de la cincuentava versión del festival de tal cosa. Es decir, el festival ha sido fraccionado en cincuenta partes… No, señores, el único ordinal que termina en "avo"- "ava" es el correspondiente al ocho: "La octava versión…" Pero en el ejemplo citado debe ser "La quincuagésima versión". No es más por hoy, gracias mil por su atención y hasta el próximo sábado.



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