¿Oscuridad o luz?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Juan Echeverry Nicolella

Juan Echeverry Nicolella

Columna: Purgatorio

e-mail: juanecheverry@hotmail.com

Twitter: @JPEcheverry



Se ha dicho de la Edad Media -ese periodo histórico de nuestra civilización comprendido entre los siglos V y XV- que fue una época triste para el crecimiento de la humanidad occidental.
Cuando pensamos en el Medioevo se nos viene a la mente la imagen de un monje que ora en el sótano de alguna abadía a la luz casi nula de una vela. La superstición, la ignorancia, las pestes, las guerras, el absolutismo, el establecimiento feudal y la inquisición son algunas de las características que han forjado la gran mentira de entender la Edad Media como sinónimo de oscuridad.
La Edad Moderna, con todo su humanismo y su Renacimiento, no hubiera sido posible sin el crecimiento espiritual y el desarrollo político que el mundo gestó en el Medioevo. Voy más allá, la Modernidad no es más que la continuidad -no la reacción ni la contraposición- de la Edad Media, que como buen momento histórico y del desarrollo humano no puede encasillarse con fechas exactas de principio o fin.
El Obispo de Roma, que dependía en la Antigüedad del Emperador romano, queda desprotegido cuando el Imperio se vio dividido entre Constantinopla y el imperio de occidente. Éste último se vio en decadencia y dejó prácticamente de existir. Constantinopla estaba lejos y a su emperador le era difícil asegurarle seguridad al Obispo, quien nombra entonces al líder de los carolingios en Francia Emperador y lo corona rey. El nuevo beneficiario se aseguró con eso poder y autoridad terrenal. Pero al tiempo le aseguró el papado al Obispo romano, dejándole plena autoridad sobre los temas espirituales. Ésta fue la forma como se engendró el Sacro Imperio Romano que tendría su auge nada menos que en la época medieval.
La separación entre lo material y lo espiritual que representó el Sacro Imperio es la misma dualidad cristiana existente entre cuerpo y alma. En esa división entre lo político y lo religioso está el inicio mismo de la secularización con que la distinguidísima sociedad Moderna tuvo el argumento de llamarse ilustrada. Y con la que algunos franceses e ingleses del XVIII se llamaron pertenecientes al Siglo de las Luces.
Esta época "atrasada" nos ha dejado herencias invaluables. El parlamento es una institución que ha dado forma a los Estados modernos hasta nuestros días. Es la cumbre máxima de la democracia representativa y un instrumento que limita el poder y garantiza derechos en la filosofía liberal. El parlamento es también una donación política de la supuesta decadencia medieval, que si bien funcionó bajo el poder de los reinados absolutos, parió la concepción de las instituciones más deseables y gestó incluso las nacionalidades.
Como si la filosofía y la política no fueran importantes en el desarrollo del hombre, pasemos a algo más técnico. Los profesores de colegio olvidan cada vez que citan al oscurantismo y al aislamiento del Medioevo, que allí mismo fue cuando tuvieron su origen las universidades. ¿Les parece poco? ¿Son muy oscuras y tristes la universidad y la educación? Esas primeras comunidades conformados por estudiantes y profesores dieron origen a la educación superior de hoy. Con la que se alardea de civilización por la razón. Pero déjenme decir algo más: también fue medieval el auge de los libros, que dejaron de ser los pesados ejemplares casi imposibles de leer en dos o tres bibliotecas de todo el planeta como la de Alejandría. El libro como lo conocemos hoy (el instrumento que posiblemente ha traído más luz a la humanidad) nació y se reprodujo como manuscrito en esas oscuras abadías del Medioevo.
Si alguna duda queda, pasemos a un tema más banal. Se presenta a esta época de "guerras inquisidoras" como un momento en que los hombres no estaban preocupados por sus maneras y cuidado propio. Pero el refinamiento del ideal cortesano, el buen vestir, el baño diario y el comportamiento caballeresco -costumbres nacidas todas en lo medieval- son hechos prácticos que tumban el argumento de la oscuridad y refuerzan la teoría de la luz.
Las feministas de hoy deben recordar que fue en el Medioevo, cuando la Iglesia empezó a preguntar por el consentimiento de la mujer al momento de contraer nupcias. Cosa que no existía en la mayoría de ritos acostumbrados antes de la unificación religiosa.
La Edad Media, como buen proceso histórico, ha podido estar llena de contradicciones, pero definitivamente no puede simplificarse como un retroceso oscuro del hombre. Muchas fueron las luces que allí se encendieron.