Discurso en beneficio propio

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Escrito por:

Wilfrido De la Hoz

Wilfrido De la Hoz

Columna: Opinión

e-mail: wilfridodelahoz@gmail.com



En estos meses de campañas al Congreso de la República, se escuchan por radio y televisión mensajes o insinuaciones de los aspirantes a esas corporaciones para que votemos por las propuestas que aparentemente benefician a la sociedad en general o a un grupo desfavorecido que despierta el sentimentalismo de los electores.

He escuchado a algunos decir que para que Colombia sea más equitativa o más democrática votemos por ellos; otros afirman que estarían dispuestos a luchar para que tal o cual tema mejoren o nos beneficie.

No falta quien presenta beneficios teóricos de Leyes propuestas por ellos. Lo que más llama la atención es oír decir que si votamos, según su petición, todo será mejor. Sin embargo se percibe que tal discurso es engañoso, es una carnada, es un pedido desesperado para lograr su propio beneficio.

Yo no valoro ninguna virtud a un parlamentario cuando el Congreso lo escoge como ponente de un proyecto de Ley, si éste es de origen parlamentario y mucho menos cuando dicho proyecto provenga del Gobierno. Pretender que porque un congresista genere un proyecto de Ley o sirva de ponente de otro, merezca el favor del voto por él, es mucho pedir al ciudadano, porque esa es la función que debe cumplir él y los demás parlamentarios durante los cuatro años que dure el período legislativo.

Me da pena decirlo, pero intuyo que algunos aspirantes al Congreso con un marcado interés en hacer creer que están dispuestos a servirle a la sociedad en esa corporación, son más aspirantes a un puesto público por un término de cuatro años y un sueldo de veinte millones de pesos mensuales, sin someterse a los exigentes filtros de formación, capacitación, aptitud, iniciativa y sobretodo de respeto por la moral y las buenas costumbres ciudadanas.

Lo expuesto se enmarca en el concepto de Egoísmo Moral, entendido éste como la doctrina ético filosófica en la que las personas actúan bajo una normativa ética de obrar para su propio interés; puesto que esa es la forma moral o ética de obrar. No obstante permite llevar a cabo acciones que ayuden a otros, pero con el objetivo claro de que proponer ayudar, les dé un beneficio propio.

Las personas que promulgan ideas políticas bajo el esquema del beneficio propio pueden clasificarse en tres diferentes formulaciones del egoísmo ético o moral así: Individuales. Un egoísta ético individual celebraría que todas las personas deben hacer lo que les beneficia.

Personales. Un egoísta ético personal afirma que él debe actuar según su propio interés, pero no hace aseveraciones acerca de lo que los demás deberían hacer. Universales. Un egoísta ético universal argumenta que todo el mundo debe actuar de una manera que sea en su propio interés.

Por otra parte, algunos teóricos plantean una clase de egoísmo racional, el cual afirman que es arbitrario, porque al señalar que lo racional es mirar siempre por los propios intereses, se estaría diciendo que también es racional negar los intereses fundamentales de los demás. La razón para negar los intereses fundamentales de los demás es que "los demás no son yo", lo cual es una discriminación arbitraria llamada egoísmo.

Los intereses de otras personas deben importarnos por la misma razón por la que nos importan nuestros propios intereses; porque sus necesidades y deseos son comparables a los nuestros. Darse cuenta de esto, de que estamos en igualdad de condiciones unos con otros, es lo que constituye la razón más profunda de por qué nuestra moral debe incluir algún reconocimiento de las necesidades de otros.

Por último, lo racional es defender que los intereses fundamentales no sean frustrados, independientemente de que sean los intereses fundamentales propios o los intereses fundamentales de otros individuos.