Triste realidad de una ciudad ilustre

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



Cuando se suponía que las cosas en Santa Marta iban a mejorar, y que las experiencias amargas de 2013 dejarían de ser una pesadilla para la comunidad, nos encontramos tristemente con la cruel realidad: las cosas en materia de seguridad y tranquilidad pública siguen igual o peor que antes.

La otrora Perla del Caribe continúa siendo hoy una de las ciudades más violentas del mundo. Las estadísticas judiciales indican que en Santa Marta se cometen más asesinatos que en New York, Tokio, o México, Distrito Federal (Con más de 20 millones de habitantes cada una). Incluso, ciudades tradicionalmente violentas en Colombia empiezan a dar un paso al costado, gracias al empuje acelerado que demuestra la criminalidad en la tierra de Bastidas.

Algunos escépticos (Pienso que antes que escépticos, son en realidad compinches de los gobernantes y autoridades negligentes que buscan esconder su incompetencia.) dicen que esta es una mentira bien construida, destinada a crear un ambiente tenso en contra de la política honesta que supuestamente lidera el ilustre alcalde de Santa Marta. Qué hipócritas, se nota que han aprendido demasiado de los gobiernos corruptos del Alba y del "egregio" alcalde de Bogotá.

Para este tipo de sinvergüenzas, es imposible que Santa Marta se designe como una de las más violentas del mundo, sobre todo si se tiene en cuenta que en las ciudades mencionadas anteriormente, ocurre un número superior de homicidios a los que se observan diariamente en nuestras calles.

Esto es realmente cierto, señores encubridores, no pienso discutirlo ni por todo el oro del mundo. Pero también es cierto que las tasas que se utilizan para medir la criminalidad en el planeta se expresan por cada cien mil habitantes, y no por la totalidad de la población.

Por esta simple razón (Por la forma en que se determina el índice de muertes violentas en el mundo), es que Santa Marta resulta ser una ciudad peligrosa y hostil. Y tiene sentido que los índices se expresen de esta manera, porque de lo contrario no se podrían comparar los datos en forma alguna.

Y en esto debo ser justo, el fenómeno de violencia que se observa en el ámbito de la ciudad no tiene su origen en eventos sucedidos en un momento cercano. Por el contario, las guerras entre bandas criminales, los asesinatos, y las acciones emprendidas en contra de la comunidad por parte del crimen organizado, tiene sus orígenes en situaciones que se dieron en el pasado. Sin embargo, ni los gobernantes del pasado y mucho menos los de hoy, fueron capaces de diseñar e implementar estrategias efectivas en contra de la criminalidad que nos acosa.

Por nada del mundo podría decir que la incompetencia sea exclusiva de la clase dirigente de hoy, pues sigo pensando que también aquellos que estuvieron antes, dejaron de actuar en la forma en que se requería y en el momento preciso.

Santa Marta es hoy, sin lugar a dudas, y aunque nos duela aceptarlo, una ciudad violenta y peligrosa que se muere poco a poco en el mar de la anarquía.

Solo resta rogar al Creador que tenga misericordia de mí querida ciudad y de su gente buena, porque la verdad, a los corruptos que gobiernan y han gobernado en el pasado, solo les interesa satisfacer sus caprichos y ambiciones deshonestas. Lo demás, y los demás, que se vayan al carajo. Triste realidad de una ciudad ilustre que se desangra por culpa de la incompetencia.