La epidemia de la obesidad

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Para muchas personas, la comida rápida se ha convertido en la piedra angular de su cotidiana alimentación. La facilidad para consumirla, su agobiante disponibilidad, el precio asequible y otros tantos factores le permiten llegar al grueso de la gente sin mayores inconvenientes.

Cuando vemos a muchos gorditos y a otros que no lo son tanto devorando con fruición deliciosas viandas, les visualizamos un futuro poco halagador por las consecuencias de la malsana manducatoria.

La desbalanceada ingesta, más temprano que tarde, les pondrá en los consultorios de nutriólogos y dentro de los quirófanos, no precisamente para el embellecimiento estético; les esperan intervenciones cardiovasculares o cirugías bariátricas para contrarrestar los devastadores efectos de insanos alimentos.

Esto, sin contar las consultas de urgencia o las internaciones en las unidades de cuidados intensivos por cuenta de las afecciones cardíacas o neurológicas. Muchos terminarán engrosando las arcas de las casas farmacéuticas, otros entutelando al sistema en busca de costosos tratamientos, y casi todos añorando y renegando de las delicias que los pusieron en semejantes andanzas.

De acuerdo. No es fácil resistirse a ciertas provocaciones y, menos aun, cuando hacen parte de las tradiciones alimentarias. El problema, como todo, es el abuso. Los nutrientes son necesarios pero el exceso es inconveniente y mortífero. La obesidad exógena tiene varias fuentes, no sólo la comida chatarra: las abundancias son tan letales como las inadecuadas preparaciones o el desbalance nutricional.

Tan grave es el tema que, además de las demandas que algunas personas han interpuesto y ganado contra ciertas cadenas de comidas rápidas, los gobiernos han entendido que la obesidad consecuente de los malos hábitos alimentarios es una epidemia de alcances tan catastróficos como la violencia o el cáncer, y enfrentan el problema con medidas variopintas.

Indudablemente, la estrategia de las cadenas de comidas rápidas apunta a fomentar el consumo agrandando los combos, con políticas de precios o mediante atractivos juguetes que llevan a realizar varias compras para completar una colección exigida por los chiquillos, estimulada también desde alianzas poderosas y eficaces aparatos publicitarios.

Frente a tales tácticas que han causado una preocupante obesidad infantil (13% de los niños estadounidenses), el gobierno local de San Francisco (California) ha prohibido a las cadenas "obsequiar" juguetes junto a comidas de alto contenido calórico, y excedidas en sodio o grasas saturadas. Ya existe la prohibición dentro de los Estados Unidos de ofrecer "combos agrandados" para frenar los excesos de consumo.

Es grave tener niños enfermos por mala alimentación desde edades muy tempranas; peor aún, agregarle químicos, hormonas y salsas nocivas a los alimentos, vender alimentos descompuestos, con desaseo y contaminantes, según alegan quienes han demando a estas cadenas. Hasta la adicción cuenta a la hora de pedir indemnizaciones.

El asunto no es para ignorarlo: ya es hora de que en Colombia se adopten medidas similares que eviten la catástrofe entre quienes pueden acceder a tal forma de alimentación. Porque, del otro lado, hay gente que añoraría que le agranden la canasta familiar aun cuando sea con la mala comida que otros les prohíben.

Notícula 1. Desde sus primeros batazos en Willard cuando aún era el "arracacha" del barrio hasta sus gloriosos y ganadores bambinazos en las Grandes Ligas, el "niño" Edgar Rentería de los Marlins y los Gigantes se ha cubierto de gloria y sigue izando cada vez más alto la enseña nacional. Pero su mayor satisfacción está, más que en el deporte, en su silenciosa pero estupenda labor social con los "carasucias" del béisbol costeño.

Notícula 2. El pasado jueves 4 de noviembre asistimos a la maravillosa "Noche de Romanticismo" realizada en el Country Club de Bogotá. Este evento anual en beneficio de la Fundación Country Club es liderado por Alfonso De la Espriella (compuso Cartagena contigo, Indio Tayrona y otras joyas musicales) y María Cristina Tovar Delgado, su maravillosa esposa, artista musical samaria. Tres agrupaciones estupendas: "Cinco estrellas" el mejor trío romántico caribeño, "Nueva gente" doble ganador del premio Mono Núñez, y "Los ángeles" nos alegraron hasta pasada la medianoche. Con las acciones benéficas de la Fundación y estos espectáculos de fantasía, cualquier contribución es poca. Alfonso, María Cristina: para el año entrante esperamos ver en tarima al Trío Zabor: Mono, Apello, William: afinen guitarras y voces.