Centralismo revive el 'I took Panamá'

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Eduardo Verano de la Rosa

Eduardo Verano de la Rosa

Columna: Opinión

e-mail: veranodelarosa@hotmail.com



Ciento diez años se cumplen de la Independencia de Panamá, acto político que los colombianos tenemos que recordar para que el desprendimiento de nuestra unidad territorial y política no vuelvan a repetirse.

Panamá hoy es una república digna y con un potencial que no hubiese adquirido sin su independencia.

Duele admitirlo, pero si Panamá estuviera bajo el modelo centralista y de presiden-cialismo monárquico de la República de Colombia no hubiese alcanzado el crecimiento económico, la paz ciudadana y la ejecución de proyectos de gran envergadura que en la actualidad ostenta. Sería, como la mayoría de nuestras regiones periféricas, pobres y en guerra.

Sin embargo, los gobiernos colombianos no aprenden de los fracasos históricos y siguen actuando como el entonces presidente, José María Marroquín quien al momento del despiece de Panamá, andaba ausente y preocupado por pulir un verso.

Con todo esto, viene a mi memoria la genial obra de teatro, 'I took Panamá', de la autoría de Luis Alberto García y dirigida por Jorge Alí Triana. Con ellos, tuvimos una grata experiencia en los años setenta, cuando éramos directivos de Exanorte (Egresados de Uninorte): Invitamos al Teatro Popular de Bogotá (TPB) a siete exitosas presentaciones en el teatro Amira de la Rosa, en Barranquilla.

Por generosidad de Jorge Alí Triana, participamos en la discusión de la escena más importante en la que el presidente Marroquín se entera del angustioso informe de la separación de Panamá y entendimos porqué su reacción fue la que más generó risas en el público: se puso torpe y de mal genio por la interrupción -el presidente- continuó concentrado en pulir los versos de "La perrilla". Panamá no le importaba, ni siquiera la ubicaba bien en el mapa, ni conocía el mar.

Las cosas no han cambiado mucho. Hoy, luchamos para evitar la pérdida de Mar Caribe ante Nicaragua y el modelo de Estado sigue siendo el mismo: el centralismo exagerado.

El historiador caribeño Eduardo Lemaitre, en un serio ensayo titulado: 1903: Panamá se separa de Colombia, nos recuerda como los panameños tenían razones para separarse de Colombia e identificaba la ferocidad de las luchas políticas de los centralistas por mantener su modelo de Estado y régimen político.

Las cosas siguen iguales y las élites andinas insisten en lo mismo: mandar desde el centro no importando las consecuencias de sus acciones en las demás regiones.

Lo que no dijo Lemaitre era que lo que necesitaba y reclamaba el viejo Estado de Panamá era la autonomía política que había perdido con la centralización política, acuñada en la reforma de la Carta Política de 1886: Autonomía como libertad política para decidir lo suyo.

Más de un siglo, después de la pérdida de Panamá, la lección no ha sido aprendida por los centralistas. Se oculta que fue por este modelo autoritario que Panamá se separara. Desde los fríos Andes no se puede decidir sobre todas las regiones del país. ¡No!

Invitar a que la integridad de la Nación no se resquebraje es una tarea ineludible de los Estados y los gobiernos de turno, sin embargo, la ceguera de los partidos políticos y de los gobiernos frente a los reclamos de las regiones que piden autonomía política, no son atendidos. Panamá no se independizó de un día para otro, fue un proceso.

El rediseño del Estado Social y Democrático de Derecho para regionalizar la Nación no da espera. El Voto Caribe ya dijo lo que la Región Caribe exige. Esa voluntad política no puede ser, por siempre, desconocida y burlada.

La ciudadanía de las regiones (de todas las regiones) exige autonomía política con instituciones y reglas de juegos propias, dotadas de autoridades autónomas del poder presidencial y del centralismo. Esto es unidad en medio de la diversidad que tenemos. ¡Escuchen, por favor!