Santa Marta: entre sueños y realidades

Columnas de Opinión
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Escrito por:

César Serpa Vega

César Serpa Vega

Columna: Opinión

e-mail: cesarserpavega@yahoo.com



Actualmente Santa Marta se encuentra compitiendo por la sede de los XVIII Juegos Bolivarianos a realizarse en el año 2017, éste es un evento deportivo de gran importancia por su ámbito latinoamericano y por ende representa una gran oportunidad para que nuestra ciudad pueda mejorar, remodelar y construir nuevos escenarios e infraestructura deportiva de nivel internacional.

Deporte, cultura, arte y educación son pilares fundamentales para que toda sociedad civilizada pueda convivir en Paz, es por esto que cualquier proyecto ó evento que permita consolidar la política deportiva del distrito será bienvenido y debería tener prioridad en el presupuesto y en el plan de desarrollo respectivamente, aún más cuando se trata de una ciudad con tradición y legado deportivo como nuestra Santa Marta, ya que hemos sido cuna de grandes estrellas en el caso del fútbol.

 

La obtención de la sede de éstos Juegos Bolivarianos supone la destinación de enormes recursos económicos (se habla de más de 300 mil millones de pesos) para preparar la infraestructura necesaria para el desarrollo de las competencias deportivas, sin olvidar todo los demás beneficios que traen las obras y proyectos de esta envergadura, como la generación de empleo formal a nivel local (tanto profesional, como técnico y No especializado), el enorme impacto turístico que tendrá la ciudad gracias a la llegada de deportistas y visitantes tanto nacionales, como internacionales; además del movimiento económico en general. En conclusión, son demasiadas las ventajas para nuestra Santa Marta como para que no quede ningún Samario sin apoyar a esta iniciativa, de forma cívica y desinteresada por supuesto.

Pero no todo es color de rosa. Aunque se trate de una gran oportunidad para que Santa Marta tenga unos escenarios deportivos dignos y decentes, además de la gran proyección nacional e internacional tal y como se argumentó anteriormente, no podemos olvidar que estamos sometidos a un concurso internacional y que por ende la decisión final no depende de nosotros sino de un jurado externo a nuestros deseos.

Por más que nos esforcemos en mostrar nuestras ventajas y lo competitivos que podemos ser, al final el veredicto dependerá de otras personas por lo que sin ser pesimistas, pero sí muy realistas, deberíamos ir preparando una alternativa ó "plan B" en caso de que la decisión sea contraria a nuestra expectativa, es más, yendo aún más allá, si fuésemos responsables ni siquiera tendríamos que aferrarnos al resultado de un sorteo, sino que de forma pragmática y aterrizada desde ahora mismo deberíamos estar gestionando los recursos ó estudiando otras posibilidades viables de cómo recuperar nuestros escenarios deportivos, hoy sumidos en el más indolente y deprimente abandono.

La falta de recursos propios nos ha ido habituando a gestionar todo lo que necesitamos por fuera, bien sea ante el gobierno nacional ó por vía de donaciones y alianzas con el sector privado ó por medio de apoyos de cooperación internacional; dichos apoyos son muy necesarios dada nuestra difícil situación económica, pero llegar a depender de un concurso para mejorar nuestra infraestructura deportiva es algo demasiado arriesgado, ya que como en todo sorteo existe la posibilidad de perder y eso traería mucha decepción, frustración y desesperanza para la ciudadanía, ya que por una decisión negativa podría derrumbarse ese gran sueño.

Es cierto que sería mucho peor no hacer nada ó ni siquiera aspirar a ser la sede de un evento internacional como los Juegos Bolivarianos, pero sería mucho más seguro postularse también a los múltiples bancos de proyectos que existen y que son financiados por medio de alianzas con otros países muy deseosos de apoyar proyectos de gran impacto social alrededor del mundo.

En conclusión todos los samarios estamos soñando con ganar el concurso y poder ser la sede de ese importante evento internacional que mejoraría muchísimo nuestra calidad de vida, pero no está demás hacer un respetuoso llamado a nuestros líderes para que también gestionemos recursos para nuestras múltiples necesidades por medio de otras alternativas existentes como los proyectos de cooperación internacional en alianza con otros países dispuestos a ayudarnos.

Adicionalmente debemos recordar también que debemos prepararnos antes de postularnos y no después; por ejemplo por medio de la capacitación de la ciudadanía en urbanidad, civismo, cultura ciudadana, la mejoría en los indicadores básicos de calidad de vida (educación, salud, seguridad, etc.), infraestructura, movilidad, limpieza y presentación física de la ciudad, etc.; es decir, la consolidación de verdaderas razones de peso para ganar ésta ó cualquier otra aspiración futura, y no depender solamente de nuestras hermosas bellezas naturales, históricas y culturales, además de la promesa y la expectativa de unos recursos futuros que estarían condicionados a que ganemos el sorteo de dichos juegos. Ojalá Santa Marta gane el concurso y podamos pasar al fin del sueño a la realidad.