El pasado lunes 5 de agosto, el pueblo de Santa Marta se vio sorprendido con la noticia del incremento injusto en los pasajes del flamante servicio de transporte público (buses y busetas) de la ciudad.
A la inoperante gestión administrativa demostrada por las autoridades para atender la problemática de agua y luz que viven centenares de familias en la bahía más linda de América (En otra época claro está), y para erradicar el alto índice de criminalidad que nos acosa, ahora, el pueblo sufrido de la ciudad más antigua de Sur América debe lidiar con el servicio de transporte más caro y malo del país.
Como dice una persona sabia que conozco: "Sin agua, sin luz y los limones a cien."
Definitivamente no vivimos en "El país del sagrado corazón" como algunos osan llamar a la sufrida Colombia, sino, como lo escribí hace un par de años en esta misma columna, en "El país del sagrado corrupción."
Hasta el corrector de office, algo sorprendido, marca esta frase al momento de digitarla, porque parece no tener sentido o coherencia para él. Eso ya lo sé, y no es necesario llamar al profesor "Super O" (El paladín de la lucha idiomática) para que haga la corrección que corresponda, porque claramente no está gramaticalmente bien construida. Sin embargo la única forma de llamar la atención de las autoridades ineptas, corruptas y negligentes cuando se empeñan en dañar a las comunidades, es mostrar que: a partir de los errores (En este caso una frase mal redactada), y las experiencias equivocadas es posible enseñar y cambiar las costumbres inadecuadas de los demás.
Si, la corrupción se apoderó definitivamente del país y de nuestra querida ciudad, ¿o es qué acaso no lo vemos?
Hoy se incrementan los pasajes de buses y busetas, mañana será el de taxis, mototaxis, incluso, las tarifas del agua y la luz que no recibe la gente pobre de Santa Marta, también se incrementarán mañana.
¡Sin vergüenzas, atentando contra los interés del pueblo lastimado! Qué Dios los perdone, porque la gente de mi amada ciudad seguramente no lo hará.
Además de las siete plagas que azotan al País (Gobiernos pusilánimes y deshonestos; el cinismo de las Farc, el Eln y las guerrillas asesinas en general; el paramilitarismo; la corrupción, la violencia; el hambre y la pobreza), el pueblo samario tiene que aguantar que cualquiera que se diga a si mismo autoridad, atente miserablemente contra los intereses de las comunidades lastimadas.
Por lo visto no estamos en Santa Marta o en Colombia, sino en el Egipto de Moisés y el pueblo de Israel, porque han caído sobre nuestras cabezas las siete plagas que mencioné anteriormente. Y estas, en realidad, son peores que las que cayeron sobre la cabeza del faraón esclavista.
El problema es que estas plagas mortales no caen sobre la cabeza de los corruptos, sino sobre las cabezas de la gente que sufre. ¿Dónde está la justicia que nos enseñas señor? Parece que con tu pueblo maltratado no hay justicia, porque lo bueno acontece únicamente para quienes lo maltratan.
Espero que en el futuro realmente se haga justicia, porque de lo contrario, tal vez ya no estemos dispuestos a poner la otra mejilla mansamente. Como ultima suplica señor, esperamos que tu voluntad sea levantar a la gente que sufre y es agobiada por los corruptos, y no a los malos que maltratan al pueblo.