La paz…

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Haciendo un ejercicio hipotético, supongamos que se acordó la paz entre el Gobierno colombiano y las Farc.

Firman el documento consensuado, posan para la foto, y el acuerdo sale a refrendación. Muchos lo celebrarán con alborozo, a otros no les causa absolutamente nada, pero algunos, con rabia y tristeza, sentirán aires de derrota. Y acá es donde salta la liebre.

La nación colombiana no está preparada para la paz. Nuestros condicionamientos mentales nos hacen creen en que solo puede existir un sistema político binario (federalistas y centralistas, godos y cachiporros, etc.; en últimas, buenos y malos) que te pone de un lado o del opuesto: blanco o negro, punto. No hay grises ni tonalidades, no cabe nada distinto.

Gracias a ello, llevamos más de 200 años desangrando la herencia material e intelectual de los colombianos, acabando con las ilusiones de una patria en paz.

Como en los juegos de suma cero, no hay espacios para quienes piensan distinto y las vías democráticas están cerradas, o toca pagar peajes muy altos.

Sin garantías tampoco. "Yo soy el bueno, y si no eres como yo, eres malo. Si intentas entrar al mundo de los buenos, no te dejo así tengamos que enfrentarnos". Una constante histórica que deja de lado a la verdadera democracia, incluyente y participativa, a cambio de un sistema feudal que nunca se fue, y que responde con fiereza cuando se tocan algunos de sus intereses, que no los de la nación.

Los colectivos políticos que desde la salida de los españoles detentan el poder lo hacen alternadamente, sin espacios de participación para otras ideas. Y, lamento decirlo nuevamente, mucha de la violencia en Colombia se debe a su intolerancia y egoísmo.

Por ejemplo, el Pacto de Benidorm firmado entre el Laureano Gómez y Alberto Lleras repartió igualitariamente el poder durante dieciséis años, con el compromiso de que después habría entrada para otros movimientos. No ha ocurrido y, al contrario, se impide con brutalidad cualquier intento democrático. López Michelsen, rebelde juvenil aconductado a la fuerza, logra su presidencia de la mano del partido liberal, no de su MRL.

A Rojas Pinilla le roban las elecciones de 1970, dando origen al M-19. Años atrás, el país ardió en llamas por el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán para impedir su ascenso al solio de Bolívar; el "bogotazo" fue la respuesta de las gentes del común al magnicidio de su líder, aún sin resolver. Antes, se había logrado la desmovilización de las guerrillas del Llano, pero sus integrantes cayeron como moscas por las balas oficiales. El intento de reinserción de las Farc en nombre de la Unión Patriótica bañó en sangre a Colombia y exterminó a ese movimiento político por sustracción de materia. Las Farc se originan en cabeza de un pistolero al servicio del Partido Liberal, "Tirofijo", contratado para enfrentar a las huestes chulavitas de los conservadores. Violencia, violencia, más violencia…

Las guerrillas, desde luego, no son diferentes a quienes combaten. Las Farc, también intolerantes, genocidas, narcotraficantes, etc., están lejos de ser los angelitos que aparecen ante un mundo que desconoce sus atrocidades, actuando en nombre de un pueblo que los repudia y todo desea menos verlos en el mando.

Las exigencias inaceptables que lanzan alegres ante los medios, más que la risa que provocan, dejan entrever lo cerrados, alucinados e hipócritas que son. Perdedores políticamente pero no derrotados aun en lo militar, piensan que pueden fabricarse sus mentiras y creérselas, como sus congéneres de la orilla opuesta.

Escasos han sido en Colombia los espacios democráticos abiertos a quienes están ajenos al sistema binario ("gobierno vs guerrilla", "patria vs terrorismo", "buenos vs malos", etc.). El último, la Constituyente de 1991, dio paso a una Carta Magna, imperfecta pero acorde a los tiempos actuales, pero ha sido demolida a mazazos por el sistema binario, pretendiendo el regreso al Estado confesional ideado por Caro y Núñez, poco garantista y caduco.

Mucha gente del común, permeada por la propaganda dirigida a mantener el status quo, aun ve con malos ojos un posible acuerdo de paz con la guerrilla, y la reinserción a la vida civil de los alzados en armas. De contera, los áulicos del sistema binario a diario azuzan a éstos desprevenidos parroquianos, que "piensan" por interpuesta persona sin molestarse en el menor análisis de los hechos.

Es hora de que la nación colombiana haga un pare, reflexione si es mejor seguir matándonos hasta la liquidación de uno de los bandos o pensar en dejar un país en paz a nuestros descendientes. Si optamos por el primer camino, si no abrimos espacios a todos y creamos oportunidades a los desfavorecidos, no nos extrañe una "primavera" colombiana, otro "movimiento vinagre". Los privilegios no pueden ser siempre para unos pocos. No se puede estar siempre con la manilla y sin nunca asir el bate. La gente se cansa…

Apostilla: Mientras a los indignados de Brasil el gobierno les escucha y responde con una propuesta de constituyente con reforma política, en nuestro país la respuesta es ejército, policía y más violencia. Gran diferencia.