La victoria chavista

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Cuando escucho, leo, o ignoro, a los muy sufridos compatriotas que insisten machaconamente en el discursito barato de que Chávez es el demonio rojo de Venezuela, y que, en consecuencia, ese "pobre país está mal" (aunque en ningún caso peor que el vecino, república de las motosierras y los falsos positivos) por exclusiva culpa del bolivariano, y demás simplezas similares, tiendo a recordar serenamente la única verdad que ha permitido al pueblo de Bolívar llegar hasta donde hoy ha llegado, argumento que he sostenido y que sostendré, pase lo que pase: son los venezolanos mismos los que han creado a Chávez, y no al contrario.

Desde ese punto de vista, los cobardes ataques de los arribistas, cómodos en su podrida inactividad, no hieren al presidente-comandante: el único que recibe el artero golpe es el bravo pueblo venezolano, que ya está acostumbrado a ello, y que por eso es invencible. (Los colombianos que viven criticando a Chávez, y deseando su muerte pronta, son los mismos que van a Ecuador y regresan más acomplejados que de costumbre cuando ven el significativo desarrollo del país del sur durante el gobierno de Correa, mientras en "el coloso del norte" muchos -demasiados- siguen pensando en cómo reelegir el entreguismo a los gringos).

Si Chávez finalmente muere, muerto estará, y punto. Nadie dijo que era inmortal, y el pueblo, una vez más, tendrá que recuperarse. Lo importante es que el trabajo ya está hecho, pésele a quien le pese: la gente que antes no sabía el significado de la palabra "derechos" ya lo sabe, y además, ha aprendido a exigirlos. ¿Qué más hay que decir? La Revolución Bolivariana ha triunfado, ya que arrancó el poder político de las manos de los enemigos de la democracia. Lo demás, cualquier cosa, ya es ganancia.

(En Colombia tal vez nunca veremos ni lo uno ni lo otro, pues, entre otros factores, la izquierda ha estado en manos de ineptos que, como Antonio Navarro, nunca han tenido talla de estadistas: él ha preferido ser un chismoso de Twitter antes que ejercer un digno silencio sobre la salud de Chávez. Cómo ha evolucionado ese lenguaraz jamás-presidente).

Hablando con un apasionado amigo -al que en ningún caso podría llamar facho- el otro día me di cuenta de que existe una antítesis ampliamente difundida, y que yo ignoraba, utilizada para deslegitimar a los bolivarianos en Venezuela.

Me decía que lo de dar derechos al pueblo para que éste los conozca y demande automáticamente, es la misma fracasada idea del Partido Comunista, y que, por eso, lo de Chávez no servía. Yo pregunto: ¿desde cuándo los comunistas son los dueños de los derechos del pueblo?, ¿por qué confundir una cosa con otra?; y, sobre todo, ¿por qué tenerle miedo a asistir a la gente que urgentemente lo necesita? Las personas, recordemos, no están nunca por debajo de los números.

Con esto en mente, reflexioné después sobre los postulados generales de ciertos autores del derecho internacional de los derechos humanos, que he tenido que leer últimamente: los derechos humanos lo son tanto, pero tanto, que, cuando los disfruta por primera vez, el Hombre sabe instintivamente que no puede vivir más sin ellos, que tales le pertenecen. Conversen con las víctimas de la violencia en Colombia a ver qué tienen que decir ellas al respecto.

Chávez va a morir algún día, no se desesperen, pero seguro lo hará peleando. Como siempre. Como cuando un día fue a Santa Marta, y preguntado por su actividad revolucionaria, decía que iba "empujado por el huracán del pueblo".

Si en el ventarrón polarizó y dividió formalmente a Venezuela, tengo que decir que eso era en realidad lo deseable. Así, alabo su gran legado: la remoción de las apariencias de normalidad en un escenario factualmente anormal; y rechazo lo que tenemos aquí, o sea, apenas una calma chicha que no permite que las fuerzas sociales en tensión se quiten las máscaras y resuelvan algo del futuro del país.