Curiosidades y caprichos en el lenguaje

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



El lenguaje articulado, en su dinámica del día a día no se detiene y por esa razón su uso se lleva por delante imprecisiones y errores que muchas veces pasan inadvertidos. En otros casos esas inexactitudes terminan por imponerse aun entre hablantes cultos. En cuanto a imprecisiones tenemos ejemplos como la aceptación del término 'redondo' en lugar de 'esférico'. Se dice que un balón de fútbol es redondo y eso nos parece correcto; sin embargo, tiene forma de esfera y, por lo tanto, es esférico. Desde la escuela primaria nos vienen diciendo que la tierra es redonda, como una naranja. Y así lo aprendimos.

¿Quién no escucha diariamente, sobre todo en los programas deportivos, que un equipo venció a su rival "por la mínima diferencia"? Si el partido jugado terminó 20 a 19 también fue mínima la diferencia. Y si se tratase de un partido de basquetbol no sería raro un resultado de 100 contra 99 tantos. Pero la costumbre nos obliga a aceptar que "la mínima diferencia" es 1 a 0.

El lenguaje es un organismo vivo; por eso en el habla, sobre todo, se permiten muchas licencias. Así, por ejemplo, cuando un orador expresa, llevado por la emoción de su perorata: "Como dijo el poeta…", ningún oyente se atreve a preguntarle de qué poeta se trata, ni él tendría una respuesta a la mano. Con su afirmación solo quiere dar credibilidad o respaldo a sus palabras. Estos casos no causan daño a nadie y por eso no generan polémicas.

En el lenguaje encontramos expresiones consolidadas por el uso y el abuso que hacemos de ellas: con solo leer o escuchar la primera palabra adivinamos el resto. Así ocurre con "investigación exhaustiva", "tomar atenta nota", "llevar algo hasta sus últimas consecuencias", "mi vida es un libro abierto" y otras frases cliché (algunos dirán 'frases de cajón').

Llama la atención la forma como los medios de comunicación se precipitan en la búsqueda de apodos para artistas y deportistas. Los periodistas quieren ser los primeros en asignar remoquetes para jactarse de que los bautizaron con tal o cual sobrenombre. Tal es el caso del exfutbolista Gilberto García, nacido en Pueblo Viejo y señalado por un periodista como "Alcatraz" García. Otro periodista, para no quedarse atrás, quiso que se lo llamara "La ostra" García; pero el primer apodo ya estaba consolidado. Si bien con la palabra 'alcatraz' se rendía un reconocimiento a las aves que surcaban el cielo sobre las aguas de la costa Caribe antes de que las empresas carboneras acabaran con esta especie animal, otros apodos suenan ridículos, como "El enano que canta", para referirse al cantante Nelson Ned; "La ronca de oro" como distintivo de Helenita Vargas y "El ruiseñor del Cesar" para Jorge Oñate. Pero tenemos que soportar esas denominaciones porque el lenguaje popular, y más concretamente el habla coloquial, se nutren de pequeñas cosas que, mirándolas bien, son inocuas y pertenecen a la civilización del espectáculo, según la última obra del Nobel Vargas Llosa. Mientras tanto, seguiremos encontrando en los medios de comunicación una nutrida fauna donde son fáciles de identificar un "Chigüiro" Benítez al lado de un "Pájaro" Carpintero o de un "Pato" Abbondancieri.