En memoria del General Hernández Pardo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alfonso Vives Campo

Alfonso Vives Campo

Columna: Opinión

e-mail: alfonsovivescampo@hotmail.com



Para los imberbes de la época aquél personaje despertó la curiosidad de quienes ignorábamos los tejemanejes de la cosa pública, después supimos que era el General Rafael Hernández Pardo, gobernador del Magdalena, quien con su imponente presencia avalaba las obras de la nueva Avenida de El Libertador. Y que él culminó, con cemento rígido, con doble calzada, separador central y luz de mercurio, hasta la Quinta de San Pedro Alejandrino.

En ese contexto silvestre y bucólico, un día cualquiera de 1953 o tal vez 54, los residentes fuimos gratamente despertados con la llegada de obreros, palas, picos, carretillas, trompos, moto niveladoras, volquetas, buldóceres, rodillos aplanadores, que indicaban la construcción en pavimento rígido de la nueva Avenida de El Libertador.

De ahí en adelante y todos los días veíamos llegar un señor de gruesa contextura, alto, tez trigueña, vestido con camisa y pantalón caquis, botas altas y sombrero jalón, a usanza de los que utilizan en la Zona Bananera los altos empleados de la compañía Frutera de Sevilla.

No hay que olvidar que la Santa Marta de los primeros años de la década de los cincuenta y aún mucho tiempo después estaba partida en dos: los del centro y los de la carretera, es decir, los que vivíamos después de la línea del ferrocarril hasta la quinta de San Pedro Alejandrino.

Esa carretera rural, a la sazón y en ese entonces, poco poblada y menos transitada, era un sendero a medio asfaltar, con desvencijados y desalineados separadores centrales, con escasa o nula iluminación.

Esa desértica calzada, no recuerdo con exactitud si llegaba hasta la morada del Dr. Carlos Guido y don Pacho Luis Olarte; eran viviendas de aspecto campestre, de verjas altas con barrotes verticales, y a lado y lado de las aceras y a todo lo largo de la vía había unas pocas residencias construidas, los demás eran solares enmontados, habitados por todo tipos de animales y pequeñas parcelas cultivadas de árboles frutales, pan coger y ganado en pequeña escala."En tanto aquel balneario tomaba importancia, don Joaquín Bohórquez, con notable visión comercial, solicitó a la nación le adjudicara un lote de tierra que abarcara hasta el área donde se construyó el Hotel Tamacá, con una cabida aproximadamente de diez hectáreas".

Aquel, espacio, que constituía el polo opuesto al escogido por el señor Bohórquez para construir una casa para su familia a orilla de la playa, en cuyos alrededores sembró todo tipo de árboles. Es pertinente precisar que antes de que esto último ocurriera se había pensado en llevar el camino por la cuesta de Gaira para acortar la distancia unos cuatro kilómetros.

Otros, casi que coetáneamente sugirieron que era mejor por la vía del Pando y no faltó un sacerdote de la orden franciscana que aconsejó con base a estudios que se hiciera por la cuesta. Sin embargo esa nueva carretera que no encontró eco en ninguna parte, pero se abrió paso en la administración del General Rafael Hernández Pardo.

Cuenta la crónica que en el año de l942, lo que es hoy el balneario de El Rodadero era una "playa desértica y olvidada, y a los que samarios y gaireros jamás se le había ocurrido que aquél paradisíaco lugar fuese a trocarse tan velozmente en el mejor balneario del país".

Solo existía el pasaje viejo que conducía a las playas de El Rodadero, camino que fue desbrozado en una carretera, sin asfaltar, en el gobierno de Pepe Vives De Andreís. Esa apertura vial abrió algunas posibilidades de florecimiento y desarrollo para aquellas hermosas playas de aguas cristalinas, de arenas inmaculadas.

Y así fue como llegaron los primeros aquijotados aventureros, siendo el primero, Don Jorgito Díaz Granados, como cariñosamente le decían sus amigos, quien construyó una cabaña de paja amplia, de aspecto acogedor y allí instaló el servicio de restaurante, cuya especialidad eran los energizantes frutos del mar, donde las gentes acostumbraban a ir los domingos y fines de semana.

Luego le siguió doña Rosa Yepes con un negocio similar en menor escala.Por tratarse de un ser humano excepcional, de procederes sin mácula, que dejó huellas indelebles de su paso por la Gobernación del Magdalena, en la Secretaria General del Ministerio de Guerra, en la Embajada de la República de Argentina y como Ministro de Defensa en la administración Alberto Lleras Camargo, tiempo durante el cual y bajo su ejercicio y acción se construyó el Hospital Militar, la Sede del Ministerio y el Club de Sub oficiales, en esta fecha especial queremos rendirle un modesto pero sincero homenaje a una existencia consagrada al servicio de la patria.

Un día como hoy hace un siglo nace en Anapoima (Cundinamarca), el ex gobernador del Magdalena Rafael Hernández Pardo y los hijos de esta hidalga ciudad, recuerdan con agradecimiento y gratitud, a quien dirigiera los destinos de esta entidad territorial con acierto, sapiencia y empuje preñado de realizaciones visionarias, dentro de las cuales hay que destacar la carretera que comunica a Santa Marta con el balneario turístico de El Rodadero, la pavimentación de la Avenida de El Libertador, la construcción del Hotel Tamacá, la construcción de la Avenida Hernández Pardo.

Puede decirse a grandes rasgos que fue la primera y definitiva etapa de desarrollo de El Rodadero: dos hombres, Rafael Hernández Pardo y don Joaquín Bohórquez, se clasifican como los promotores de esa gran empresa que no tiene precedente en la historia de nuestro país; pero fue el General Hernández Pardo, que con gran visión de futuro, no solo construyó dos edificios: el Hotel Tamacá y lo que se llamó El Balneario de El Rodadero, lugar este último donde funcionó por algún tiempo el entonces Casino Internacional.