Louis Armstrong: figura de museo

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



El Museo de cera de Nueva York es un lugar de visita obligada para los turistas y aún para quienes permanecen siempre en la Gran Manzana. En la entrada estaban las figuras de algunas de las personalidades famosas del momento.

Así fue como pudimos admirar, sin haber entrado siquiera, las estatuas de los actores Samuel Jackson y John Travolta, en el andén; la del beisbolista de los Yankees, Derek Jeter, 'short stop' de los llamados Mulos de Manhattan, estaba en la primera sala.

Apenas se ingresa a las instalaciones del famoso museo el visitante encuentra avisos con la advertencia perentoria de no tocar, bien sea las figuras o su vestuario. Pero la gente no resiste a la tentación y termina tirando de los cabellos -a escondidas- a los allí representados para comprobar que no son personas de carne y hueso.

Quien vuelve al Museo de cera de Madame Tussauds después de unas semanas de su primera vez, encuentra nuevos personajes y es muy posible que hayan desaparecido algunos que había contemplado en la visita anterior. Si es curioso y continúa el recorrido por salas secundarias, tal vez descubra estatuas en reparación o que simplemente han cumplido su ciclo de exhibición.

En una de las salas del museo el turista puede acercarse al Papa Juan Pablo II, a Ronald Reagan, a Fidel Castro o a Nelson Mandela, entre decenas de personalidades de la historia reciente. Pero también tiene la oportunidad de tomarse una fotografía sentado en el mismo sofá con Madonna o abrazado a Shakira. La efigie de Einstein permite al visitante aparecer en las fotos como consultando algo sobre la teoría de la relatividad al físico del siglo XX. Pero lo que no debe faltar es la fotografía al lado de tres bomberos que izan la bandera estadounidense en plena labor de rescate de víctimas entre los escombros de las Torres Gemelas.

Al hablar de Manhattan y su Museo de cera se nos viene a la memoria la estatua de Louis Armstrong, figura cimera del jazz. Observando tantos personajes se encuentra uno de pronto entre Picasso y Hemingway, quienes parecen dialogar separados por menos de un metro de distancia, espacio suficiente para que turistas intrusos simulen ser partícipes de la charla entre estos dos inmortales del arte.

El influyente ejecutor del jazz vino al mundo el 4 de julio de 1900 en Nueva Orleans, Luisiana. Aprendió a tocar por sí solo el clarín, el clarinete y la corneta. Además, con alguna orientación, dominó la trompeta. En 1917 hizo su primera aparición profesional como trompetista en la banda de Kid Ory, en Nueva Orleans, y en 1924 comenzó a tocar con la Oliver's Creole Jazz Band, de King Oliver, en Chicago. En 1925 formó su propia banda.

Armstrong hizo una serie de grabaciones de tan alta calidad y variedad que lo convirtieron en el trompetista y cantante de jazz más importante de la historia. Actuó en más de 50 películas, entre ellas 'Cabin in the sky' (1943), 'Jam Session' (1944), 'High Society' (1956) y 'The five Pennies' (1959). Realizó unas 1.500 grabaciones, entre las que se destacan muchas de su autoría.

La estatua de Armstrong, con la trompeta en la mano izquierda, alejada de sus labios mientras esboza una amplia sonrisa, parece invitar a los visitantes para que escuchen las notas, aparentemente estridentes, de su jazz prodigioso. Es la actitud pasiva que antecedía a su transformación cuando iniciaba la ejecución magistral de su inseparable instrumento.

Aunque no lo captaron con los ojos desorbitados y el cuello a punto de estallarle, su imagen es inconfundible, aun si no tuviera al pie la identificación correspondiente.