Ellos y nosotros

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Juan Echeverry Nicolella

Juan Echeverry Nicolella

Columna: Purgatorio

e-mail: juanecheverry@hotmail.com

Twitter: @JPEcheverry



Inició oficialmente un nuevo proceso de paz en Colombia y vale la pena señalar que quienes soñamos con la paz somos todos. Sin embargo, un grupo de nosotros no entendemos la lógica del gobierno en su embeleco actual de la mesa de negociaciones.

¿Quiénes vamos a negociar? ¿Qué es lo que vamos a negociar? Los actores sobresalientes de este conflicto somos dos. Por una parte nosotros, todos los ciudadanos colombianos que tenemos unas instituciones democráticas, hacemos parte de un Estado de Derecho y respetamos las libertades individuales. Tenemos falencias e intentamos resolverlas por vía de la democracia y la institucio-nalidad.

La otra parte está conformada por ellos, unos señores que se hacen llamar Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo. ¡Vaya contradicciones! Los últimos, se financian del narcotráfico, asesinan, extorsionan, secuestran, intimidan, reclutan niños y siembran minas antipersona. Su actuar es un monumento a la violación de los Derechos Humanos. Se han empeñado en ahogar a Colombia en sangre con una lucha armada que seguramente tuvo pretensiones sociales algún día. Pero con las barbaridades de sus métodos se degradó hasta tal punto que merecen el repudio total de Colombia y del mundo.

A través de la historia hemos sido blandos con ellos; no hemos sido capaces de ejercer la soberanía y el control territorial sobre nuestros propios territorios. Con contadas excepciones como en los gobiernos de la Seguridad Democrática de Uribe y del Estatuto de Seguridad de Turbay. Les hemos dado la mano para recibirlos en la vida civilizada varias ocasiones: están en el recuerdo los procesos de "paz" de los Presidentes Betancourt y Pastrana. Pero se han burlando de nosotros y hemos vuelto a caer. No nos convence el nuevo proceso de negociación del gobierno Santos y no porque no queramos la paz, sino porque no olvidamos nuestra historia. Si Turbay tuvo su Betancourt, parece que Uribe está teniendo su Santos. Y el país sigue como una veleta loca, sin rumbo, sin saber para dónde vamos. Y al que no sabe para dónde va, cualquier bus le sirve.

Entre ellos y nosotros parece no haber lugares comunes. Pero, está bien, vamos a negociar. De todas maneras ya el actual gobierno en esas nos metió. ¿Quién le ha dado la legitimidad a las Farc para negociar con nosotros? Voy más allá: ¿Quién ha autorizado a Santos para invitar a dialogar a quienes tienen como deporte asesinarnos? El Presidente consiguió en las urnas nueve millones de votos que lo eligieron en la segunda vuelta de las pasadas elecciones. Si, la votación más alta de la historia. Pero me atrevo a afirmar que ninguno de esos votantes lo hizo aprobando un proceso de negociación con los delincuentes mencionados. Por lo tanto, en lo que respecta, el Presidente tampoco tiene legitimidad. Y no puede pretender buscarla con acciones de gobierno que respondan a inconstantes encuestas.

Quieren negociar también nuestros modelos económicos, sociales y políticos, pero: ¿Reemplazaremos a nuestros empresarios por sus narcotraficantes? Aunque queremos y merecemos una mejor clase empresarial y productiva, con más responsabilidad social, ellos no son quienes tengan la superioridad moral para imponernos otra realidad. ¿Quieren instaurar el modelo social insostenible de Cuba o Venezuela en nuestros territorios? No creo que sea viable justo cuando vamos mejorando nuestros indicadores. Aunque lo hacemos lentamente, cada vez generamos más riqueza, más empleo y hay menos pobreza. Además no tenemos los recursos del petróleo con que pueblos vecinos se permiten el mal manejo del país.

Inclusive, como en procesos similares, podemos pensar en disminuirles las penas, pero por Dios: ¿Pedirnos que no haya acción penal para tales joyitas como es posible con el nuevo "marco jurídico para la paz"? ¡Qué descaro! Eso sería rendirnos. Eso sería claudicar. Eso sería decirles que Colombia definitivamente no funcionó, que nos quedó grande y que nos tocó entregarles a ellos el control del país.

Ñapa: Preocupa que las Farc se dé el lujo, como lo ha hecho antes, de utilizar su lucha armada para elegir al Presidente de Colombia. Preocupa que a los escépticos nos tilden de guerreristas o enemigos de la paz. Preocupa que negociemos en condiciones de desventaja cuando los vencidos son ellos. Preocupa que no haya verdad, justicia y reparación.