Le faltaron cojones

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Así, como le respondió Hugo Chávez al bocazas de Uribe, deberíamos, todos los que no compartimos ese estilito matonista que muchos quieren imponer en este país, silenciar a tales nefastos personajes cuando de defender la buena índole de Colombia se trata.

Porque es vergüenza lo que da tener un expresidente irrespetuoso de la legalidad (y da más vergüenza que alguien pueda apoyarlo), quien, envalentonado como estaba por la comodidad de hablar ante un auditorio de borregos aplaudidores -así, y sólo así-, la semana pasada se atrevió a realizar una más de sus bravuconadas sin fundamento, vociferando que "no se metió a Venezuela" a hacer lo mismo que hizo en Ecuador (o sea, a violar, en nombre de todos los colombianos, la soberanía de otro país) porque, sencillamente, le faltó tiempo para ello.

A esto, certero le retrucó el enhorabuena recuperado presidente de los venezolanos, aludiendo -con su directo estilo caribeño, que tan cercano nos resulta- a la ya conocida ausencia de hombría de bien que el paisano de Pablo Escobar ha demostrado padecer una y otra vez: desde los falsos positivos hasta la compra de la reelección, su debilidad moral es manifiesta, patente, notoria, más allá de que repita, charlatán, que los antioqueños como él son no sé qué cosa fantasiosa, blablablá y blablablá, y de que reciba vítores estúpidos por sus audacias baratas.

Es cierto: a Uribe le faltaron cojones. No le alcanzaron para cometer ese delito internacional, que, de realizarlo, habría terminado de condenarlo, y que habría dado para que Chávez, legítimamente, hubiera resguardado con las armas su territorio de una invasión extranjera, siendo los ciudadanos colombianos de a pie, que nada tienen que ver con los negocios de Uribe, los que habrían terminado pagando los costos humanos y económicos de una guerra sin sentido como esa: todo por querer acabar a cualquier precio con la guerrilla dizque mil veces vencida, la misma que, dada la incapacidad de nuestro Ejército de héroes para evitar su dispersión más allá de las fronteras nacionales, al violar territorio venezolano también causa daños allí. Como oportunamente lo dijo Chávez una y otra vez: ahora resulta que Venezuela, víctima de un problema interno de Colombia, debe responder por ello ante nuestro país; esto, a más de injusto, sólo cabe en la cabeza de los manipuladores de la opinión pública pagados por la ultraderecha, quienes pretenden, en vano, embrutecernos a diario.

Al que le sobró valor en su momento fue al propio Chávez, cuando hace unos años fueron descubiertos en Caracas más de cien paramilitares que estaban listos para intentar matarlo. En lugar de "desaparecerlos", que es lo que los mafiosos acostumbran, el venezolano garantizó el regreso a Colombia de los delincuentes de exportación sin mayores problemas. Otro que también ha demostrado su coraje es un compañero de lucha de Chávez, Rafael Correa, con el reciente desafío al prepotente -sumiso ante los gringos- Reino Unido, otorgándole el asilo político a un perseguido como Julián Assange, yendo en contravía de la intimidación británica, y demostrando una vez más que Ecuador podrá ser un país cinco veces más pequeño que Colombia, pero que es en verdad independiente. Toda una lección de hormonas. Eso es tener cojones, señor Uribe, no hablar culebrera paja frente a sus prosélitos, bobalicones delirantes de grandeza que se dejan llevar por el cuento montañero aquél que los hace alucinar con ser más de lo que pueden.