Convencimiento responsable de las obligaciones

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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Esa propuesta de pareja "moderna" de él a ella o viceversa, encontrándose ella en estado de embarazo, vámonos a vivir juntos que donde comen dos comen tres, merece ser reconsiderada, es un "principio" sin fundamento bastante trajinado por estos días.

A los pocos años se rompe la relación por las que se habían jurado amor eterno y como resultado dos o tres niños o niñas casi siempre. Es el inicio de la historia que oímos frecuentemente, el camino incierto que sufren los menores cuando falta uno de los progenitores.

Los menores por lo general quedan al cuidado de la madre, padeciendo muchas dificultades y por parte del padre que evade la obligación de brindar alimentos, que no solo se debe limitar al sustento si no al vestuario, educación, salud, recreación, etc. Es fundamental la existencia de padre y madre juntos en la formación de ese niño o niña que los enriquecerá en muchos aspectos de la vida.

No existe en la vida una escuela de formación de padres, pero si debe existir el sentido común, verdadera responsabilidad, convicción, cuando se toman esas decisiones; traer hijos a este mundo sin la debida planeación es irresponsable por parte de la pareja.

Al niño y la niña hay que brindarles las mejores expectativas, conforme a las circunstancias económicas que tengan sus padres; los niños tiene unos derechos que como padres estamos obligados a concedérselos. La calidad de vida, unas condiciones de dignidad en sus primeros años son vitales para el desarrollo integral de los niños. Es un derecho que debe tener el que está por nacer, que se le garantice desde la concepción, acorde con el marco constitucional, protección, alimentación, vestuario, vivienda, salud, educación, recreación….

El Estado debe liderar políticas dirigidas al desarrollo de la primera infancia, brindando cuidado, castigando severamente aquellas conductas que causen daños a los infantes, que tengan derecho a una familia y a crecer allí y no ser separados de ella. La infancia es el ciclo vital en la que se establecen las bases para el desarrollo cognitivo, emocional y social del ser humano y comprende la etapa del nacimiento hasta los 6 años.

Entre las etapas de la infancia y de la adolescencia que deben escalar los menores, existen obligaciones por parte del Estado, la sociedad y la familia: Las del Estado asegurar las condiciones para el ejercicio de los derechos y prevenir su amenaza; las de la sociedad responder con acciones que procuren la protección inmediata antes situaciones que menoscaben sus derechos; las de la familia formarlos, orientarlos y estimularlos en el ejercicio de sus derechos y responsabilidades y el desarrollo de su autonomía.

Si bien es cierto que una familia organizada influye en la personalidad del niño y la niña, se debe no precisamente al capital conseguido ni a condiciones materiales que disfruta, sino a las dotes de ecuanimidad de honradez, respeto a la vida, a la autoridad, valores que son propios de familias bien constituidas.

A medida que avanza la vida de pareja ella y él, van enfrentando paulatina pero inexorablemente a realidades nuevas cambiantes, exigentes y contradictorias, para las cuales no estaban debidamente preparados.

El hombre al darse cuenta que esos castillos en el aire se le deshacen, se desconcierta, pierde la serenidad y la confianza y se precipita a un tremendo vacío que constituye una aguda crisis en sus creencias y esperanzas; la causa principal no está fuera de él, está dentro de sí mismo, pero él no está preparado.

Una crisis se produce en la relación de pareja cuando se han roto los vínculos sentimentales, las razones que influyen son varias que se podrán sintetizar en una desvalorización sistemática de la personalidad de los conyugues.

En el convencimiento oportuno nos debemos obligar con razones para que reconozcamos nuestra responsabilidades, para que luego no cambiemos de opinión; cuando hay todavía una tabla de valores que respetar, la relación se establece, se enriquece, perdura, a pesar de incidencias como la vejez, las quiebras económicas, las enfermedades etc, etc.