Mientras que en Colombia se vive la variación climática, entre los fenómenos de la Niña y del Niño, lo que obliga a los colombianos a vivir de los caprichos del clima, en Sudamérica se acumuló entre el 1 de enero y el 12 de septiembre de este año, 350.370 incendios forestales, el mayor número para el período en los últimos 15 años.
Es así que el número de focos de calor detectado por los satélites en 13 países sudamericanos hasta el pasado miércoles, cuando faltan poco más de tres meses y medio para el fin del año, ya supera al registrado en todo 2023, 344.391, y se aproxima al de todo 2022, 362.918, que prenden las alarmas para que las autoridades comiencen a trabajar y prevenir las quema innecesaria de árboles, que tanto daño hacen al medio ambiente. Sin embargo, aún está lejos de los 413.751 incendios forestales que se registraron en todo el continente en los nueve primeros meses de 2010; hasta ahora el récord de focos de calor entre enero y septiembre es el de 2007, cuando fueron contabilizados 469.013 incendios.
Brasil es el país con mayor número de incendios en toda Sudamérica en lo que va del año, con 176.617 focos, el 50,3 % del total, seguido por Bolivia con 63.537, 18,1 % y Venezuela con 38.990, 11,1 %. Enseguida se ubican Argentina con 21.732 focos de calor, 6,2 %; Paraguay con 18.926, 5,4 %; Colombia con 14.346, 4,1 % y Perú con 10.017, con 2,9 %.
Suramérica tenía, el pasado miércoles, 4.618 incendios forestales activos y la situación más preocupante era la de Brasil, con 3.502 focos, 75,8 % del total y la de Bolivia, con 586 con 12,7 %. En estos dos países los incendios se vienen multiplicando tanto en la Amazonía como en el Pantanal y el humo procedente de los mismos ha afectado la calidad del aire en un extenso territorio que va desde el norte de Brasil hasta el centro de Argentina, y ha obligado a suspender vuelos en varias ciudades.
La histórica sequía de este año en la Amazonía, con el caudal de varios importantes ríos en niveles mínimos, ha favorecido el avance del fuego, aunque el gobierno asegura que muchos de los incendios fueron causados por la acción humana, por lo que los califica como criminales.
Aquí es cuando deben intervenir las autoridades policivas y hasta militares, para capturar y poner a buen recaudo a estos criminales del medio ambiente, que seguramente, por la falta de autoridad y control sobre este tema, hacen de las suyas, no solo creando un grave problema ambiental, sino también de afectación en la salud de las poblaciones vecinas, en donde se presentan estas conflagraciones.
Otro de los aspectos a tener en cuenta, y que debe ser uno de los más importantes, es la comunicación que debe existir entre los gobiernos afectados y las autoridades respectivas, para coordinar acciones rápidas y eficaces que deben atajar la acción delincuencial. El Gobierno de Brasil informó esta semana de que unos 6,7 millones de hectáreas de la Amazonía brasileña han sido arrasadas por los incendios desde que comenzó el año, lo que supone un 1,6 % del territorio de la selva.
En tanto, en Bolivia, el Gobierno ha declarado la emergencia nacional después de que el fuego destruyera más de 4 millones de hectáreas de bosques y pastizales, denuncias que con seguridad serán de mucha ayuda. El ejemplo de Brasil y Bolivia debe ser imitado por los otros gobiernos con la finalidad de hacer la tarea en conjunto.