Amor entre vampiros

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Bustamante Barros

Carlos Bustamante Barros

Columna: Columna Caribeña

e-mail: cm-bustamante@hotmail.com



Un carruaje tirado por cuatro briosos corceles se acercaba velozmente al lejano castillo de Transilvania, habitado por el conde Drácula, la hora en el reloj señalaba que eran las cuatro de la mañana, muy próxima al amanecer, cuya luz solar era temida por el vampiro más siniestro de todos los tiempos porque corría el riesgo de quedar pulverizado en su sombría humanidad.

Al acercarse al referido castillo, en la parte más alta de una colina las pesadas puertas se abren como por encanto luego se cierran de la misma manera para descender finalmente del coche el conde referido envuelto en una cortina de humo, quien ingresa en una de las múltiples recámaras del castillo para posarse en un ataúd acolchado que le sirve de cama, concluyendo la jornada de la noche en que tuvo como víctima al humilde leñador de la vecindad más cercana.

No se le conocía esposa al referido vampiro, habitaba solo en el inmenso y frío castillo, del cual salía solo durante la noche en su coche tirado por briosos corceles, en la búsqueda insaciable de víctimas para chuparle la sangre que le servía de alimento, Drácula al fin de cuentas no era más que un pobre miserable desprovisto de amor en su corazón, el cual para no pulverizarse acudía desesperado en la soledad nocturna a chuparle la sangre a víctimas inocentes insertando sus filosos colmillos en la vena yugular.

Ahora los vampiros modernos son totalmente diferentes, han trasformado sus características usuales con esposas solicitas, procrean niños, tienen bancos de sangre para alimentarse y utilizan bloqueador solar en su piel para no pulverizarse con los rayos del sol, es el caso de los vampiros expuestos en la película Amanecer 1 amor entre vampiros que presentan las salas de cine en estas épocas navideñas que a pesar de las luces multicolores que adornan residencias, avenidas, parques recreativos, se desdibuja cuando un niño pobre no tiene un juguete con que alegrarse, lo cual hace pensar sin remedio que en nuestro país hace falta una profunda reforma social que sitúe a nuestra nación en forma más cercana al grueso mayoritario de los asociados de la patria con servicios públicos baratos, educación gratis, planes ambiciosos de recreación, unificando la patria, dispersa en retazos, polarizada por los intereses mezquinos de una clase dirigente que ha sido inferior a su compromiso histórico.

Incluso los vampiros modernos insertos en una tórrida e inusual historia de amor que tiene como marco el Caribe sudamericano, tratan de tener su propia Navidad dentro de la complejidad de su conformación orgánica, en la cual resulta al final una gestación que crea problemas de orden genético, porque implicaría la muerte de la madre ante lo cual el marido vampiro trata de convencer a su esposa que es humana de la necesidad de aborto provocado lo cual rechaza la madre embarazada en forma tajante incluso contemplando la posibilidad de su propia muerte para que su hijo viva, lo cual prueba una vez más la tesis tantas veces expuesta de la grandeza ineludible del sentimiento maternal por encima de todo.

Recuerdo sin remedio en este aparte de la construcción y desarrollo del presente artículo periodístico, las enseñanzas referidas en las historias sagradas del Antiguo Testamento de orientación cristiana, en la cual el sabio Salomón en una decisión sin igual en la historia ordenó a sus guardias que le facilitaran una espada para partir al niño en dos pedazos para entregárselos por mitades a dos mujeres que se disputaban su paternidad, la falsa madre aceptó la decisión pero la verdadera madre con tal de salvar a su hijo le imploró al rey Salomón que se lo entregara a la falsa madre con tal de conservar la vida de su hijo, fue entonces cuando el rey sabio en una decisión sin igual en la historia le dijo que ella era la verdadera madre conservando entonces esta feliz a su niño, mientras la falsa fue azotada por injuria.

Sin embargo, al final la mujer vampira muere y da a luz el vampirito destinado a vivir de chupasangre para siempre, llevando una vida nómada antes de ser cazado por el cazavampiros con balas y flechas de plata impulsadas por arcos silenciosos, todo con recursos provenientes del vaticano por orden expresa del papa que pernocta en su suite del opulento palacio tomando aguas aromáticas, rezando al final del día el rosario a la virgen Maíia cuando empieza el ángelus de la tarde.

Se tiene la percepción tal vez inequívoca, que el vampiro envuelto en la tórrida historia de amor, con bellos atardeceres para hacer postales, finalmente fue descrestado por la vampiresa sin poder eludir los sortilegios de su propia suerte con sus caninos puntiagudos y amarillentos.