Su majestad el dólar

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



No envidio para nada la difícil situación del ministro de hacienda Ocampo. 

Es la única persona del actual gabinete que da alguna confianza a los inversionistas.  Hemos llegado al absurdo de que la estabilidad macroeconómica del país en vez de ser garantizada por políticas serias propuestas por el gobierno actual, depende de un hombre, el cual los mercados creen es un hombre sensato.

Hoy Ocampo pesa más que Petro e importa más que todos los otros ministros y miembros del gabinete juntos.  Situación precaria por cierto y nada deseable.   

Dos bancos importantes de los Estados Unidos en sus informes han advertido sobre el peligro de las políticas Petro.  Bank of America liquidó sus posiciones de inversión en Colombia, que se limitaban a Ecopetrol, dejando claro que se actuó de esta forma por las propuestas del gobierno en materia de hidrocarburos y explotación petrolera.  

Un enorme campanazo de alerta es el precio del dólar que la semana pasada acarició la cifra record de cinco mil pesos por dólar.  Según Petro, Ernesto Samper y semejantes no hay que preocuparse. Habrá que explicarles con plastilina las consecuencias de una depreciación del peso tan alta.

Generalmente, el precio del dólar en Colombia se comporta a la inversa de los precios del petróleo.  Es decir, por vivir principalmente nosotros del petróleo, si el precio de este sube, entran más dólares y por esto el precio del dólar baja.  Lo opuesto también es cierto.

En nuestro caso, hay lo que se llama capitales golondrinas que son inversiones especulativas en bolsa y que salen y entran del país con la velocidad del rayo.  Estas inversiones se hacen con base en expectativas país o expectativas sectoriales.  Si las expectativas son buenas, se asume un riesgo razonable y se invierte en la bolsa.  Pero si las expectativas no son buenas o hay mucha incertidumbre, esos capitales salen del país, y para salir del país, compran dólares y por esto el precio del dólar se dispara.

A los riesgos internos creados por el gobierno Petro hay que sumarle los riesgos globales de recesión y esto coloca a Colombia en medio de una tormenta perfecta y monstruosa.  En el peor momento al gobierno se le ocurre proponer una reforma tributaria.  Es algo así como regar el prado mientras llueve a cantaros. 

Retomando la afirmación de que la disparada del dólar no importa, hagamos unas reflexiones.  Lo primero es que el servicio de la deuda externa, que es en dólares, sube enormemente.  Igualmente se vuelve doloroso importar y esto afecta muchos insumos que hacen parte de la cadena productiva.  Es decir, la presión inflacionaria vía costos de producción aumenta dramáticamente.   El efecto interno de esto último es el incremento del IPC y al sector exportador le quita competitividad por los costos.  Supuestamente, deberíamos exportar más porque somos baratos pensados en dólares, pero el aumento de costos neutraliza en gran parte este efecto.  Además, los países que tienen una oferta de productos similar a la nuestra también tienen monedas depreciadas, entonces no tenemos ninguna ventaja.  Nos quedamos con el pecado y sin el género.  

Y mientras vamos a pasos agigantados camino a la quiebra del país con su respectiva miseria, Petro anda preocupado por el calentamiento global y echando globos absurdos.  Le preocupa un tema sobre el cual no tiene ninguna influencia ya que Colombia es un jugador periférico en la esfera global. 

Hasta ahora el cambio ha consistido en el abandono del manejo ortodoxo y responsable de la economía que caracterizó a Colombia por décadas, para remplazarlo por manejo irresponsable e ideológico sin sustento en la realidad o en los principios que gobiernan la economía.  El gobierno debe reaccionar antes de que sea tarde.  Se necesitan políticas sensatas acordes con las necesidades y posibilidades del país.  Solo así, volverán las golondrinas.