Sin paz a la vista

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Hace algunas horas, el multimillonario Elon Musk terció en la cuestión ruso-ucraniana y propuso el siguiente plan de acción para terminar una guerra que de un momento a otro podría volverse planetaria y, al tiempo, anti-planetaria: rehacer las elecciones en los territorios anexados por Rusia, bajo supervisión de las Naciones Unidas, y con el compromiso ruso de irse de allí si pierde en las urnas; formalizar la recuperación de Crimea (hecha en 2014), región que, según Musk, fue rusa desde 1783, hasta el error de Nikita Jrushchov (en febrero de 1954); asegurar el suministro de agua a Crimea; y, quizás lo más importante: garantizar la neutralidad de Ucrania (en el conflicto mayor), algo que podría entenderse, no solo como el cierre de la posibilidad de que Kiev firme con la Alianza Atlántica nada, sino que dé un portazo a occidente, o sea, a Inglaterra y a los Estados Unidos. 

Cualquier despabilado podría decir que las cuatro condiciones transmitidas por un mensajero de excepción, como Elon Musk, desde el despacho de Vladímir Putin al de Volodímir Zelenski, han sido calculadas a propósito así de difíciles de cumplir para que se les diera un no rotundo desde el principio, sin lugar a negociación de ningún tipo, y poder justificar en Moscú la continuación de la guerra, que parece estar perdiendo apoyo no solo ya entre los más jóvenes; otros, por el contrario, son más optimistas y dicen que con esto se ha abierto una ventana para la paz, puesto que el hecho de que el presidente ruso haya enviado este mensaje indica que eventualmente estaría dispuesto a cesar la agresión y, por qué no, a ceder en función de ello, algo que le vendría bien en un escenario de derrota bélica como el que algunos le señalan hoy (ciertamente, sería una derrota si al final no conquista Kiev, ni reemplaza a Zelenski, después de más de medio año largo de duros esfuerzos). 

Por lo pronto, sabemos que a la envalentonada Ucrania la ha enfurecido la oferta, al punto de que el embajador de ese país en la concernida Alemania le ha espetado al surafricano una “muy diplomática” respuesta, según él mismo lo ha escrito en inglés: “vete a la mierda”, en traducción no literal, sino contextual. Mientras tanto, Garri Kaspárov, el gran maestro de ajedrez ruso nacido en Azerbayán, se limitó a decirle a Musk que lo suyo era idiotez moral y que se había constituido en un propagandista del Kremlin. Musk dice temer un conflicto global nuclear, que podría dispararse si la soberanía rusa sobre Crimea se pone en riesgo en lo sucesivo, algo que, según él, forzaría a Putin a usar toda su capacidad de combate, incluida la atómica. Por cierto, ¿existirán barruntos fundados de que, ahora que Ucrania está fortalecida en el campo de batalla, va a intentar recuperar Crimea?  

Zelenski ha vuelto a pedir a sus aliados occidentales que se le permita a Ucrania ingresar rápidamente a la Otán, a lo que los miembros de este club han contestado con prudencia, recalcando lo que siempre han dicho, es decir, que seguirán ayudando a Ucrania hasta el final, a pesar de las recientes invasiones rusas; y, sobre todo, a pesar de que Rusia, por su parte, también ha seguido amenazando con el asunto nuclear si alguien intenta recuperar esos territorios asidos. Una pesadilla.