Nos quieren meter gato por liebre

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



La plenaria del senado colombiano escuchó de boca del sacerdote De Roux el informe final de la Comisión de la Verdad. 



Dicho informe desde que se dio a conocer ha desatado polémica y tiene muchos contradictores. 

La polémica es por muchas razones, entre estas, que la conformación de la tal comisión nunca fue garantía para todas las partes afectadas por el conflicto colombiano.

Los prejuicios obvios de quienes estuvieron a cargo de encontrar la “verdad” llevaron a que el informe tenga un sesgo ideológico evidente que le quita toda credibilidad.

Prudente decir que era demasiado ambicioso e irreal pretender que esa comisión estaba en condiciones de encontrar la verdad. 

¿Qué es la verdad?  Por lo tanto, el nombre mismo de la comisión era engañoso y generó expectativas que no estaba en condiciones de satisfacer.  

El informe presentado es realmente una recolección de memorias. 

Los especialistas en estos temas nos dirían que las memorias son subjetivas y simplemente narran lo que vivido por los actores del conflicto. 

La verdad es muchísimo más compleja. 

Presentar memorias como verdad es meterle gato por liebre al país.  Máxime cuando la recolección de memorias fue selectiva y excluyente para forzar conclusiones amañadas.  Quedó una deuda grande con el país porque no se cumplieron los objetivos trazados a dicha comisión. 

El daño es grande.

Supuestamente iban a encontrar la verdad para que sirviera de base para la reconciliación. 

La verdad alternativa – la mentira- que crearon por el contrario divide aún más al país y no servirá para reconciliar a nadie. 

Peligroso construir una verdad falsa institucional para adoctrinar a las nuevas generaciones. 

Y gravísimo pretender construir un futuro, seguir adelante y corregir los errores del pasado con base en una historia falsa.  

El único propósito real de la Comisión de la Verdad fue crear una narrativa que justificara la entrega del país a la guerrilla por parte de Santos, e inventarse injusticias cometidas por el estado para darle insumos a un gobierno de izquierda para que este pudiera justificar arbitrariedades so pretexto de corregir y reparar esas injusticias.  

Una de las perlas más llamativas del informe es que Santrich fue entrampado por el gobierno para descarrilar el acuerdo de paz. 

Según dice Martínez Neira, Fiscal de la época, no hubo tal.  

Hay que aclarar que el entrampamiento es legal en los Estados Unidos. 

Es ilegal cuando la persona entrampada no hubiera cometido nunca el delito pero lo hizo solo por el abuso de este mecanismo. 

Hay que recordarle a la gente que el narcotráfico es un delito transnacional y que es la base jurídica para la jurisdicción de las autoridades estadounidenses en estos casos.  

Se infiere del falaz informe que las disidencias de las FARC son culpa del gobierno debido al entrampamiento del pobre angelito Santrich, quien nunca en su vida había visto un kilo de cocaína y mucho menos lo había negociado. 

Si algo queda claro de los videos que se dieron a conocer es que el delincuente se sentía en su salsa. 

Eso era lo de él y nunca dejó de traficar narcóticos junto con Iván Márquez.  

El nuevo gobierno y sus aliados se agarraron de la versión del entrampamiento para hacer denuncias y acusaciones y amenazar acciones legales contra Raimundo y todo el mundo e inventarse una conspiración de agentes del estado para sabotear el Acuerdo de La Habana. 

Y en esto vamos.

En conclusión, el informe de la Comisión de la Verdad hay que descartarlo y tirarlo a la basura. 

Ni la paz ni la reconciliación ni el futuro pueden construirse sobre novelas de ficción y mentiras.