El presidente de los Estados Unidos Harry Truman tenía un aviso sobre su escritorio que decía: The buck stops here.
Lo que en buen cristiano quiere decir que asumía la total responsabilidad de lo que sucediera durante su gobierno. Eso de andar echando espejo retrovisor incluso antes de posesionarse no se ve nada bien y da la sensación de que les quedó grande el puesto.
La famosa comisión de empalme ya dijo que las finanzas públicas son un desastre, que se llevaron hasta la olla y pintan un panorama apocalíptico. Esto a pesar de que el presupuesto que le dejan al señor Petro es de 390 billones de pesos, el más alto de la historia, y de que Ecopetrol tuvo ganancias netas en el primer semestre superiores a todo el 2021. Obviamente, culpan a Duque del supuesto descalabro y lo maltratan tanto como pueden.
Dicen que nadie promete tanto como aquel que no piensa cumplir, y esto fue lo que le sucedió a Petro. Prometió tanta locura que ahora no sabe cómo cumplir. Ni siquiera el presupuesto más alto de la historia de Colombia es suficiente para construir la utopía petrista, y además quiere acabar con Ecopetrol. Petro es prisionero de sus propias mentiras.
El espejo retrovisor no va a funcionar. Santos le entregó a Duque unas finanzas públicas en cuidados intensivos, y hasta donde tengo memoria, no recuerdo a Duque ni a ningún miembro de su equipo plañendo cual viuda desconsolada como lo está haciendo el petrismo. Duque asumió lo que le tocó sin quejarse. Que si fue o no buen presidente es otra discusión.
Es mezquino desconocer que a Duque le tocó afrontar una situación de excepción que sucede una vez al siglo. Actuó lo mejor que pudo con el conocimiento que se tenía sobre el Coronavirus. Todos sabemos que la prescripción de las cuarentenas desoló a todas las economías del planeta y que para reactivarlas fue necesario una política monetaria expansiva que a su vez creó un problema de inflación. Algunos le advertimos a Duque que el manejo que le estaba dando a la crisis terminaría por entregarle el país a la izquierda, y esto fue exactamente lo que sucedió. Petro hizo a Duque presidente y Duque le devolvió el favor.
Así como Biden ganó gracias a la pandemia, otro tanto le sucedió a Petro. Lo que es insensato es esperar que les entreguen unas finanzas públicas sanas y fuertes cuando se confrontó un enemigo tan letal. Tampoco pueden lavarse las manos quienes aprovecharon el descontento social para crear más pobreza e incendiar al país para lograr un resultado electoral. Petro y sus camarillas no dejaron nunca de entorpecer a Duque, incluso en medio de la pandemia. Ahora salen a pedir explicaciones de por qué Duque no hizo más. ¡Cínicos!
El tono alarmista del entrante gobierno tampoco es gratuito. Quieren asustar a la gente para que nadie se resista a las medidas “draconianas”, al “sacrificio” que exigirán de todo el mundo. En aras de supuestamente lograr unos objetivos sociales progresistas van a robarnos la libertad y a expropiarnos hasta la sangre y el sudor.
Mi consejo para el entrante presidente es que como Truman, tome el toro por los cuernos y asuma con integridad y carácter el país que le tocó y no el que deseaba. Que asuma las consecuencias de no poder cumplir con los sueños que le vendió a un pueblo incauto, que en algún momento se dará cuenta del engaño.
La campaña terminó hace rato. Presidente Petro, le llegó el momento de gobernar y cumplir.