Toca elegir entre democracia o estatismo

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



La jornada del 13 de marzo fue un triunfo para la democracia colombiana. Satisfactoria para los que esperábamos que el nuevo congreso fuera garante de la democracia ante las tentaciones populistas. Redondeando cifras, la izquierda alcanzó un 30% de representación lo que no le da para imponer una Constituyente por las vías institucionales.

Sorprendió Federico -Fico- Gutiérrez, quien ahora tiene altísimas probabilidades de ser el próximo presidente de Colombia, incluso en primera vuelta. En términos reales, solo hay dos candidatos con posibilidades: Fico y Petro. La terca presencia de los otros candidatos incrementa ostensiblemente la posibilidad de una segunda vuelta y hace de Petro un candidato viable.

Me parece a mí, señores autoproclamados adalides - Betancourt, Fajardo y Hernández- de la lucha contra la corrupción, que también es corrupción quedarse en una contienda en donde no tienen posibilidades pero que obligan a un alargue que le cuesta a los colombianos un ojo de la cara.

En las presidenciales más que escoger presidente, estaremos eligiendo entre dos visiones y modelos contrapuestos de país. Un modelo se fundamenta en la libertad, el libre mercado, la propiedad privada, la creación de empresa y lograr la justicia social dentro de la democracia. El otro modelo propone crecer el estado para que este sea el único arbitro válido en la economía; considera que el estado es el único capaz de resolver los problemas sociales. La primera visión la representan todos los candidatos menos Petro, quien representa la segunda.

Fajardo, Betancourt, Hernández y Fico comparten el modelo país. La única diferencia entre los tres primeros y Fico es que los tres mosqueteros creen que ellos son los únicos impolutos en el país y que llevando un impoluto a la presidencia, mágicamente se resuelven todos los problemas del país. Se pregunta uno cómo podrían gobernar los tres mosqueteros con un congreso “corrupto” y no de ángeles. Tendrían cero gobernabilidad con sus catastróficas consecuencias. ¿Piensan acaso gobernar sin el partido Liberal, el Conservador, Cambio Radical, La U, Centro Democrático? Si no es con ellos, ¿entonces con quien gobernarían? ¿Con ángeles y querubines? No estoy abogando por la corrupción. Hago un análisis descarnado de nuestra realidad para que entendamos que tan viables son algunos candidatos y sus propuestas. La visión mesiánica de los tres mosqueteros estorba y es inocua.

El 14 de marzo hubo un debate donde participaron Fico, Betancourt y Petro. Fue muy interesante ver como camaleónicamente y siguiendo el libreto de Boric en Chile, Petro está intentando moverse al centro. Antes del 13 de marzo proponía impuestos abusivos a la propiedad improductiva, para que bajara de precio y fuera vendida a precio de quemazón, o sea expropiación, y ahora habla con eufemismos y habla de “democratización” de la propiedad, y así sucesivamente. De las muchas afirmaciones mentirosas que hizo Petro, ya han salido a desmentirlo, entre estos Asobancaria y los transportadores.

No nos dejemos confundir con eufemismos porque lo que para Petro es simplemente tema de mercadeo para meternos gato por liebre, para nosotros es un tema de sustancia y supervivencia. La esencia del modelo Petro sin importar como lo llame es socialismo o estatismo. El estado participando activamente en la economía para direccionar, decidir quién es productivo y quien no, etcétera. Esto en esencia es lo que se conoce como economía centralmente planificada que es a lo que coloquialmente se le llama comunismo. Las aspiraciones comunistas son incompatibles con las libertades democráticas.

Nadie discute que los bienes públicos son responsabilidad del estado y deben ser garantizados por este. Esto no quiere decir que el estado deba ser el proveedor directo. Como correctamente argumentó Betancourt: el fracaso del modelo Petro en el pasado fue lo que obligó a la privatización en Colombia. Privatizar no fue un capricho ideológico sino la única salida posible para corregir los errores del estatismo. No comamos cuento.