Inflación desafiante

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Escrito por:

Rafael Nieto Loaiza

Rafael Nieto Loaiza

Columna: Opinión

e-mail: rafaelnietoloaiza@yahoo.com

Twitter: @RafaNietoLoaiza


Es un problema global, no solo nuestro. En enero, la inflación en Estados Unidos alcanzó un 7,5% anual, la más alta en cuarenta años, y es el problema más serio para Biden, que ha visto desplomar su popularidad por cuenta del manejo de la economía. En Europa, las perspectivas de recuperación económica están condicionadas a la incertidumbre de la inflación que se prevé que alcance un 3,9% este año.

A su vez, la Cepal y el FMI han ajustado a la baja sus perspectivas del crecimiento regional en América Latina, en ambos casos en especial por la inflación. El año pasado, la economía latinoamericana creció 6,2% y para 2022 se espera un 2,4 %, seis décimas por debajo de las estimaciones iniciales.

En ese contexto comparado, a Colombia no le ha ido mal. Crecimos un extraordinario 9,7%. Si la inflación regional promedio fue del 7,2%, la nuestra fue 5,62%. Sin embargo, lo cierto es que es el aumento de precios más alto en los últimos cinco años y estuvo muy por encima de la meta anual de 3%. Y que la cifra de enero de este año es muy preocupante. El reporte del Dane para el mes fue de 1,67%, la mayor variación para un enero desde la implementación del mecanismo de inflación objetivo.

Las causas de este aumento de la inflación son mixtas. Hay factores externos que son comunes. Los confinamientos generaron una caída en la producción de muchas materias primas, artículos y mercancías, y un quiebre de las cadenas de suministros. Muchos gobiernos, como el nuestro, establecieron mecanismos de subsidios e inyectaron dinero extraordinario a las economías. Con las aperturas, aumentó significativamente el consumo, los precios de petróleo, carbón y gas se dispararon, y se presentó una crisis mundial en el transporte marítimo, tanto de buques de contenedores como graneleros.

En nuestro caso, la inflación sin alimentos fue del 4,45%, por encima de la meta. Sin embargo, el problema mayor ha sido el disparo del precio de la canasta de alimentos, que aumentó un 19,98%, su variación anual más alta en la historia, y que impacta de manera particular a los más pobres. Para ellos la inflación fue de 6,85%.

Se suman la devaluación acelerada, que encarece todas las importaciones y el aumento del salario mínimo muy por encima de la inflación, en un 10%, y su efecto de indexación. Y para los alimentos, el mayor costo de los insumos agropecuarios y concentrados, la ola invernal y los impactos en el campo de los bloqueos criminales de mediados del año pasado que generaron desabastecimiento de frutas y hortalizas y significó la pérdida de millones de litros de leche y millones de animales en la avicultura y la porcicultura, haciendo mucho más cara la proteína consumida en los estratos más bajos. Por eso sorprende, de manera muy desagradable, el cinismo del "comité nacional del paro” que cita a nuevas protestas para marzo.

El panorama para este semestre no es halagüeño. No es previsible que se solucione la crisis logística marítima ni que bajen los precios de los insumos y concentrados. El precio del trigo sigue muy alto por bajas cosechas. Las heladas han afectado varios productos, en particular la papa. La indexación por el aumento excesivo del salario mínimo seguirá presente. La incertidumbre por las elecciones aumenta el riesgo político, en especial porque el puntero en las encuestas es un irresponsable que, entre otras  gracias, amenaza con poner a funcionar la maquinita de hacer dinero. La presión sobre la tasa de cambio se mantendrá porque no se ve una mejora sustantiva en el déficit externo ni en el fiscal. Las medidas gubernamentales para frenar el alza de los alimentos son insuficientes y, en todo caso, hay que rezar para que no se les ocurra incrementar aranceles o establecer mecanismos de control de precios que siempre son perjudiciales. Hay que aguantar hasta el segundo semestre, cuando la situación debería mejorar.

En fin, el Banco de la República aumentó en cien puntos su tasa de interés y es previsible que los aumentos sigan al menos hasta mediados de año. Aunque la tasa de interés sigue siendo negativa y el Banco hizo lo que le correspondía, el riesgo está en que se frene el crecimiento de la economía y, por esa vía, se afecte el empleo. Ya veremos.