"Las máquinas humanas están progresando, pero el hombre no, y tal vez este todavía no exista": es la conclusión de un grupo de hombres de ciencia, basados en la observación directa.
Y la situación es tan grave, que la expresión "progreso del hombre", en sí, nos ha hipnotizado tan tremendamente que no nos permite ver la verdad de la difícil situación en que nos encontramos como máquinas.
En su forma de pensar y sentir, la máquina humana es exactamente la misma de lo que era hace miles, y decenas de miles de años. Y si estudiamos a la gente civilizada y culta (colocando estos vocablos entre comillas) descubrimos que vive exactamente con los mismos intereses que los salvajes más arcaicos; y sin duda alguna, la actual máquina prosigue, como millones de años atrás, con la violencia y la esclavitud; pero, claro, adoptando diferentes formas exteriores, muy sutiles, que para una humanidad desprevenida o con la conciencia dormida, pasa desapercibido.
Las lindas palabras sobre el progreso y la civilización son solo palabras. En la época actual, por ejemplo, por todos los medios de información se platica con gran vehemencia de las últimas manifestaciones de progreso y de civilización en que nos encontramos, sin embargo, en el planeta jamás había existido una época de mayor cantidad de conflictos bélicos a nivel nacional e internacional que se desarrollan velozmente arrastrando a millones de máquinas en su órbita.
¿Nos sentimos ofendidos si nos definen como máquinas y no como hombres? Precisemos: una máquina-hombre es una psiquis ciega e inconsciente; y eso es lo que somos: no sabemos quiénes somos, de dónde venimos, por qué existimos, para qué.
No hay duda que somos máquinas; y todas nuestras acciones nos delatan, puesto que se corresponden a una naturaleza de máquina. A la máquina todo le sucede. No puede hacer nada.
Entonces "progreso" y "civilización", en el verdadero sentido de estas palabras, sólo pueden aparecer como resultado de esfuerzos de hombres conscientes.
Y únicamente el hombre consciente tiene la facultad de hacer.
El progreso de la civilización no puede aparecer de las acciones mecánicas de máquinas inconscientes. Y si una máquina es inconsciente, centenares de máquinas lo son, y también lo son miles de máquinas, o centenares de miles, o siete mil millones.
Y la actividad inconsciente de siete mil millones de máquinas debe necesariamente desbocar en la destrucción y el exterminio en masa, como lo es una guerra nuclear, como está prevista por las naciones armamentistas.
Es precisamente en las manifestaciones inconscientes e involuntarias de las máquinas donde todos los valores groseros de la maldad tienen su origen. Este es el origen de la violencia y de la esclavitud actual.
Lamentablemente no se comprende ni pueden percibirse todos los resultados de la acumulación de la maldad por parte de las máquinas humanas. Pero si una de esas máquinas se comportara conscientemente y se expresara a través de valores espirituales, toda su maldad cesaría. Pero debido a la carencia de desarrollo de la conciencia en una máquina, no puede ser consciente de esos valores superiores.
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