Temas de campaña política

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



En la situación tan complicada que vive Santa Marta, hay temas de campaña política con alto impacto mediático, como quiera que son el pan diario de la ciudadanía: la inseguridad, el mototaxismo, la invasión del espacio público, los pésimos servicios públicos o la penuria de la movilidad gracias a los remedos de suelo lunar que son las calles actuales.

Las propuestas de soluciones a tales problemas (que al final siempre se soslayan) son las que quitan o ponen mandatarios.

Hay otros asuntos de tanto impacto como estos que nunca se asoman a los medios, bien por su ocultamiento social, escaso conocimiento técnico de los aspirantes y sus equipos, o porque no se consideran de relevancia mediática. Es el caso del consumo de alcohol, tabaco y drogas en los estudiantes; la prostitución de menores de edad; las enfermedades de transmisión sexual en esa población y el embarazo precoz; o la calidad, eficacia y seguridad de los medicamentos y dispositivos médicos, por poner ejemplos.

En el primer caso, se tiene por cierto el creciente consumo de estupefacientes en la población estudiantil de la ciudad, el cual se relaciona con otras conductas nocivas y destructivas de la persona y su entorno (familiar o social), como las mencionadas antes. Las razones que llevan a un joven a utilizar sustancias psicoactivas son innumerables, pero sin duda en la mayoría de los casos guardan relación con graves problemas de orden familiar, lo que pone de presente la necesidad de hacer prevención desde el ámbito familiar en obligada interacción con los planteles educativos, además de la intervención de las autoridades científicas en materia de tratamiento, rehabilitación y reintegración del individuo a la sociedad. Otros actores que entran en escena son las policiales y judiciales, no para tratar como delincuentes a los adictos (enfermos sicosociales) sino para controlar el tráfico y la inducción al consumo, particularmente en menores de edad de alcohol, cigarrillo y drogas.

La prostitución infantil es uno de los peores infortunios familiares y sociales, y claro signo de total fragmentación familiar. La familia nuclear ha cedido espacio a otras formas de organización social, como bien lo previó Alvin Toffler en su clásico libro La tercera ola".

Entre la extrema pobreza, la falta de oportunidades, el consumismo y otros sectores sociales contemporáneos, muchos menores de edad son llevados a esta degradante práctica, a veces por sus propios padres o al menos con su anuencia o indiferencia: es doloroso, pero en no pocas ocasiones esa abominable situación puede ser la base de la subsistencia familiar.

Es patético que en ciertos sectores del Distrito esta práctica sea tan visible como tolerada y promovida infamemente de la mano del consumo de estupefacientes tanto de la víctima como de sus clientes. Naturalmente, el riesgo de contraer y propagar enfermedades de transmisión sexual es altísimo en estos críos y en su perversa clientela. No bastan las "campañas educativas"; se requiere acción visible y efectiva.

El otro peligro latente es el del embarazo no deseado en la población infantil que conduce casi siempre a la práctica del aborto clandestino en condiciones sanitarias tan deplorables que la muerte ronda a las niñas obligadas a practicárselo. Se requieren medidas preventivas eficaces y oportunas.

Los medicamentos, en muchos caos mal entendidos y peor controlados, son fuente de serios problemas. Hay temas de calidad y eficacia, dados principalmente por la fabricación y la manipulación entre los factores centrales; otros, de seguridad en los que es vital el seguimiento de los productos a través de programas de fármaco y tecnovigilancia bien estructurados y aplicados, con las debidas herramientas para la adecuada toma de decisiones por parte de las autoridades sanitarias para prevenir o reducir la aparición de eventos adversos en la población expuesta a estos productos.

Adicionalmente, son fundamentales las actividades de vigilancia sanitaria para detectar y seguirlos productos fraudulentos, especialmente los falsificados que tantas tragedias traen a los usuarios de estos bienes. ¿Y qué decir de la automedicación o la prescripción por parte de quienes no tienen la preparación y las competencias para hacerlo? Este es un asunto que no da espera. Las instituciones de salud y las farmacias deben ofrecer todas las garantías posibles de la mano de las autoridades.

¿Cuáles son los programas que tienen los candidatos a la Alcaldía y a la Gobernación en relación con estos temas? Porque, estando opacados por asuntos más taquilleros, tienen tanto impacto social como los otros que llenan las páginas de los impresos, las bocinas de los radios, las pantallas de los televisores o los discursos de campaña política.

Apostilla. Inexcusable olvido en mi columna del pasado lunes. En el homenaje al clan Valderrama, por un lamentable descuido omití mencionar a Juancho Vives Lacouture, uno de los gestores del Colegiotón, y quien de manera altruista colabora estrecha y decididamente en esa y otras laudables actividades que merecen el reconocimiento y el apoyo de la ciudadanía, de los famosos y de las autoridades en este desinteresado pero valioso trabajo.