Puntos necesarios para un gran acuerdo nacional (I)

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



En su discurso de clausura de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, el Álvaro Gómez Hurtado manifestó que la constitución surgida de esa gran deliberación era fruto de un acuerdo de voluntades, no una imposición. Pocos años después, esa Carta Magna ha sido atropellada en su esencia, conduciendo a una obscena concentración de privilegios, poder y dinero en manos de unos pocos, en detrimento de toda la nación. Justamente, la génesis de tantos problemas actuales.

El “Acuerdo sobre lo Fundamental” propuesto por el asesinado líder conservador, que muchos mencionan y pocos conocen, pudo orientar al país hacia escenarios tranquilos. Como sucede el “Contrato Social” de Rousseau, algunos puntos han perdido vigencia o importancia, pero la esencia sigue intacta. Con el actual paro nacional se visibilizaron profundas brechas sociales y la descomposición del estado, hoy alejado del espíritu constitucional. Además de la afectación a muchos bienes materiales durante los enfrentamientos, hay un deterioro económico que nos afecta a todos, particularmente a los sectores más frágiles; el puntillazo a una economía que venía en picada. En medio de todo, aparece la necesidad de una reconstrucción empática de la sociedad, en recientes palabras del actual ministro de Hacienda. Para Restrepo, las actuales concertaciones buscan proteger a la clase media (la que de verdad paga impuestos: los ricos evaden y eluden; los pobres no tienen como tributar, sencillamente); no aumentar la base de tributación de personas naturales, no incrementar el IVA ni afectar las pensiones. Algo que, hasta ahora, este gobierno apenas visualiza. Hay muchos puntos a trabajar.

Para salir del atolladero, es urgente hacer un gran pacto entre todos los sectores sociales, políticos, gremiales y productivos del país, sin exclusiones. El gobierno debe liderar asertivamente ese acuerdo sobre lo fundamental, definiendo los puntos críticos y trazando una hoja de ruta de obligatorio cumplimiento. Lo inmediato es el control de gasto público, hoy desbordado innecesaria e impúdicamente. El ejemplo empieza por casa; racionalizar y limitar los salarios y principescas prebendas de los altos funcionarios es el primer paso en un país con impresentables índices de pobreza y exclusión social. Urge un acuerdo de paz con los grupos subversivos y el sometimiento de organizaciones delincuenciales.

Es vital y urgente la contrarreforma constitucional para alcanzar una verdadera democracia participativa en este estado social de derecho: es primordial el papel de las veedurías ciudadanas y la academia en la reconstrucción nacional. Para controlar la desaforada corrupción se requiere despolitizar e independizar los entes de control del estado, hoy al mando del presidente. También, retornar al equilibrio de poderes, desconcentrando el casi monárquico poder presidencial; el ejecutivo no debe nominar magistrados y candidatos de los órganos de control. La verdadera meritocracia es una exigencia; en cualquier democracia decente, todos debemos caber, sin exclusiones ni privilegios.

En el apartado económico, es menester equilibrar la carga impositiva y la balanza cambiaria. Un objetivo básico es la seguridad alimentaria, que pasa por la recuperación de tierras robadas, el censo agrario, estímulo a las tierras productivas y penalidad a las improductivas; asimismo, el fomento de la actividad agropecuaria, en particular a los productos de nuestra canasta básica, teniendo a la exportación como objetivo necesario. Igualmente, estimular la agroindustria, el control de importaciones y renegociación de los TLC. Se requiere la repatriación de capitales improductivos en el extranjero, con estímulos tributarios para inversión en el país y castigo tributario a los improductivos. Renegociar la deuda externa y reducirla es una urgencia; el servicio de la deuda devora los dineros de la inversión social. Otro punto es la renegociación de las utilidades entre el estado y las empresas explotadoras de recursos naturales. La biodiversidad colombiana, hoy casi desatendida, es única. Si se conecta con la despenalización de cultivos ilícitos y la promoción de la industria farmacéutica con sus derivados, puede convertirse rápidamente en fuente de ingentes recursos. Las soluciones inteligentes siempre aparecen con las crisis.