La conciencia cuenta

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Saúl Herrera Henríquez

Saúl Herrera Henríquez

Columna: Opinión

e-mail: saulherrera.h@gmail.com



Importante en alto grado, especialmente cuando de los asuntos de la cosa pública y en general, tener conciencia política plena en todo su espectro, así como saber, entender y comprender de la importancia del voto con el que entregamos el poder político a los dirigentes que administrarán la cosa pública, gobernarán y legislarán.
Somos como Estado una organización política que tiene como elementos clásicos una población compuesta por varias nacionalidades; un territorio con recursos naturales para su conservación y explotación; una Constitución garante de nuestros derechos y cumplimiento de deberes, a través de la división de poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, además, del electoral, de control y de participación ciudadana; la soberanía, que nos hace independientes y respetados ante los demás países, y un Gobierno que ejerce para todos el poder político.

Bien sabemos que el Estado tiene como finalidad el bienestar de la población. Para su cumplimiento, le otorga la responsabilidad de elegir mediante voto un gobierno que administre el Estado, para que logre el bienestar y seguridad de todos los ciudadanos, lo que convierte a la población en lo más importante de la organización política llamada Estado, pues tiene conciencia, memoria, sentimientos y necesidades tales y entre otras de educación, salud, seguridad, trabajo, vivienda y alimentación. Del nivel de conciencia que la población alcance, dependerá el alto o bajo nivel de bienestar de la sociedad en su conjunto.

Un mal gobierno es claramente identificable en el tiempo, porque empobrece a la población, claro indicador de su fracaso; de ahí que lo que acontezca en su seno bien nos puede desmotivar como sociedad, o hacernos ver luces de esperanza, todo dependerá de nuestra acertada decisión ya sea en lo electivo como respecto de nuestra participación democrática activa en los ámbitos sociales, religiosos, políticos, económicos, culturales y ambientales, entre otros muchos, en los que debemos estar como miembros de la colectividad.

Toca que recordemos con precisión de relojero, que muchos son los políticos y miembros de gobierno y de Estado que se han beneficiado de la función pública, encontrándose unos privados de la libertad, otros en franca fuga y varios con procesos abiertos que parecen caminar raudos hacia la impunidad, lo que no debiera ser. Ojalá, el ojo avizor de la política, que tiene en cuenta lo bueno y lo malo, dependiendo de la moral y ética de los aspirantes y gobernantes, permita que no tengamos en cuenta como electores el mal ejemplo y premie a los buenos y mejores para bienestar del pueblo.

Bueno es ir pensando desde ya, observando, a tiempo estamos, de ver entre los aspirantes quienes real y verdaderamente tienen ideas claras, saben y conocen la cosa pública; entienden de administración, gestión y gerencia públicas. En nosotros está detectar a los timadores, a los pescadores en río revuelto, promeseros, mentirosos, bandidos, demagogos, populistas. Quiénes con buenas intenciones y quiénes serán los imitadores de los malos y peores en estas lides.

Imperativo categórico es acudir a nuestra conciencia política para recordar todos los episodios que han vulnerado nuestra institucionalidad y quienes han sido sus causantes para no tropezar de nuevo con la misma piedra; de la misma manera, visualizar con claridad la realidad e identificar al verdadero líder y su grupo que aspira a gobernar, administrar y gobernar. Una de dos, tenemos conciencia política para apuntalar el Estado o dejaremos que se siga repitiendo hasta llevarnos al fracaso definitivo, lo oculto, lo malo y lo pésimo y lo peor de seguir nosotros repitiendo los errores de ayer y las barbaridades de hoy.