Encuestitis

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



El éxito de la gestión de los alcaldes y gobernadores debe ser valorado conforme a mediciones e indicadores objetivos; es decir, conforme a logros y avances que puedan ser constatados objetivamente y que sean palpables para cualquier observador desprevenido. Es impúdico intentar creer que se puede tapar el sol de la realidad palmaria de una ciudad y de un departamento -sumidos en caos social, crimen y un sin número de problemas- con el dedo de una encuesta de dudoso cuño.

Esto es lo que ha sucedido con la encuesta del Centro Nacional de Consultoría recientemente publicada, donde la alcaldesa Johnson aparece con la mayor imagen positiva, 84%, entre dieciséis alcaldes de ciudades capitales. Al conocer los resultados, la alcaldesa atribuyó su buena imagen a la continuidad dada a los proyectos de su movimiento. Cinismo desbordado, ya que dichos proyectos han sido un desastre.
Esa misma encuesta declaró que el Gobernador Caicedo, que no ha hecho nada y que gobierna con nadie porque todos los alcaldes menos Johnson le dieron la espalda, tiene la tercera mejor imagen favorable en el país.

Es difícil creer que la percepción de la gente sobre los mandatarios en cuestión sea buena y positiva cuando lo que se vive impacta negativamente a todos los habitantes en su diario vivir. Dos explicaciones posibles para pifiada tan grande. La primera, que la encuesta la hicieron a marcianos o en otra galaxia. La segunda, que simplemente la amañaron para que sirviera de insumo de propaganda a los intereses que están detrás de esa encuesta. El desprestigio actual de los encuestadores no se beneficia para nada de una encuesta a todas luces falaz. En últimas, las encuestas dicen lo que los que las pagan quiere que digan. Muchos tenemos la sensación de que los encuestadores entraron en la onda de que la verdad no importa, lo importante es servirle a la causa a cambio de una paga. Hoy, las encuestas no están hechas para medir percepción sino para manipular opinión.

La alcaldesa dice que la encuesta la anima a seguir adelante. Bueno, eso será de la boca para afuera porque dudo que se la haya creído y que no sepa que su administración y la de Caicedo, que son una sola y misma cosa, encajan ya por derecho propio en la categoría de calamidad pública. En lo referente a la alcaldesa, lo que queremos es que haga una pausa y reevalúe su gestión, y que de paso se desmarque de Caicedo y comience a gobernar para todos y para el bien de la ciudad y no para impulsar movimientos o candidaturas.

Con respecto a Caicedo no hay nada que agregar. Todos sabemos, o deberíamos saber, quien es y de qué es capaz, y sabemos de su incapacidad. Si un gobernador no puede trabajar de la mano con los alcaldes, si un gobernador no es capaz de liderar construyendo consensos, entonces ¿para qué sirve ese gobernador? Para nada. Si Caicedo cree que va a doblegar a los alcaldes y que estos finalmente se le arrodillarán y se convertirán en sus lacayos, está desvariando. La arrogancia le pasó la cuenta de cobro y lo tiene reducido a una figura decorativa.

El desmedro de Santa Marta y del Magdalena no les sirve a los magdalenenses. Desear que a la alcaldesa y a Caicedo les vaya mal es como querer que se muera en pleno vuelo el piloto del avión del que uno es pasajero. Pero el error de hacer política de clanes y gobernar con exclusiones y sin transparencia es lo que nos ha llevado a esta situación. El paso de Fuerza Ciudadana por nuestra política local terminó convertido en una vergonzosa oportunidad perdida tanto para ellos como para todos nosotros.