Emprender, la vía cierta y mejor

Columnas de Opinión
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El emprendimiento será sin duda la luz en los momentos neurálgicos de oscuridad. Es la capacidad de partir de cero para crear un proyecto, iniciativa o negocio.
Toma formas y se habla de tecno-emprendedores, intra-emprendedores, emprendedores sociales, trabajadores autónomos y otros. También se les llama empresarios o personas de negocios. Emprender significa utilizar la creatividad, aplicar ideas innovadoras, marcar la diferencia en la comunidad al abordar una necesidad o crear un negocio con conciencia social. Es identificar un problema que afecta a uno y a otras personas y pensar en cómo resolverlo. Para ser un empresario, debe mantenerse el control sobre la propia vida, así como todo lo que la rodea. En síntesis, ser emprendedor significa ser capaz de hacer lo que apasiona a uno sin miedo a fallar y el camino para beneficio de los emprendedores y de toda la sociedad.

El espíritu empresarial en tanto, es ese fenómeno complejo que involucra un conjunto de actividades con características técnicas, humanas, administrativas y empresariales, cuyo desempeño requiere un conjunto diverso de habilidades que se concreta en proyecto cuando la idea de base para un nuevo negocio se combina con conexiones y oportunidades. Es una forma de pensar que ensalza la colaboración, la toma de riesgos y la activación que convertirá los pensamientos e ideas en realidad. Es una forma de vida, una manera revolucionaria de mejorar el pensamiento crítico. Significa el futuro. Quien sabe qué es emprendimiento no duda en afirmar que equivale a encontrar y aprovechar las oportunidades ocultas a los demás para obtener resultados positivos. Ayuda a las personas a crear y desarrollar ideas que pueden ser la base de la innovación y que podrían llevarlas al éxito, al tiempo que equivale a la libertad intelectual y la capacidad de ser autosuficiente.

Emprender va más allá que el camino para idear, montar y hacer crecer un negocio propio, redescubrirse uno mismo, mirar esos activos ocultos personales que estuvieron ahí siempre y hacerlos florecer; vivir la iniciativa personal, proponerse un objetivo y trabajar en su búsqueda y procura; volver realidad los sueños; cambiar la mentalidad; dejar de ver lo negativo de las crisis y mirar las oportunidades que ofrece el mercado y ofrecer soluciones donde otros ven problemas; enfocarse a atender las necesidades; sacar partida a la tecnología de la información y a las redes sociales; aprender de otros; acudir a mentores y empresarios exitosos que sirvan de referencia; ingenio e inventiva; aprender a hacer planes y presupuestos; contestar las preguntas ¿qué ofrecer? ¿Hasta dónde llegar? ¿Cómo lograrlo? ¿Qué se necesita para hacerlo?

Es desarrollar coraje, persistencia, competencias personales, creatividad, innovación, planificación y organización; exige tesón, desvelos, sacrificios, trabajo, pero genera frutos y satisfacciones espirituales y materiales. Es también el camino para relacionarse mejor con el dinero, agradecerlo, valorarlo, ponerlo a funcionar y mirarlo como fuente de abundancia y prosperidad. Es el camino a una vida mejor, a la libertad financiera, a no depender de un cargo, de la voluntad y decisiones de terceros, ni a esperar bonos, políticas públicas o de cambios en los marcos legales laborales que muy difícilmente llegarán perdidos en la conspiración de una inoperante burocracia.

No es un camino para personas especiales, ni se requiere de ideas mágicas; es una decisión de vida que se puede comenzar en cualquier momento y edad; camino que deberían ayudar a empezar y apoyar con suma urgencia universidades, empresas e instituciones con recursos, dinero y conocimiento para que los emprendimientos se vuelvan innovadores, escalables, sustentables y sostenibles en el tiempo.

Para reflexionar: “El éxito en la vida se alcanza día a día, a través de la dedicación y disciplina que le impongas a lo que haces”.