Economías extremas

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Si le creemos al Dane, 1 de cada 6 colombianos vive en la pobreza extrema, entendida no sólo como la carencia de dinero sino de otros factores fundamentales: salud, vivienda digna, servicios públicos básicos, educación o trabajo decente y pago justo.

Es lo que hoy se define como pobreza multidimensional. Desde luego, cada nación percibe su pobreza a partir de sus necesidades específicas y expectativas; una manera de homogenizar la información, pero también de estratificar estadísticamente las penurias de cada grupo social, es la aplicación del Método Alkire Foster. En Colombia, la pobreza monetaria extrema bordea el 10% con tendencia al alza, más o menos sobre el promedio mundial. Actualmente, casi 2,5 millones de compatriotas vive con menos de 2 dólares diarios, menos de $ 8000. Vergonzoso. La pobreza multidimensional es más dolorosa.


Mas complicado de entender, es que un país con tanta riqueza como el nuestro, sea uno de los 4 más desiguales del planeta, según el índice Gini. Peor aún, la deuda externa de nuestro país crece a niveles críticos; actualmente se sitúa en USD 150.000 millones, superando el 60% del PIB. Hoy, cada colombiano le debe a la banca multilateral USD 3.000, casi $11.000.000.

La monstruosa concentración de riqueza propiciada por los gobiernos, la escandalosa corrupción estatal, la pérdida de empleo y las recientes reformas laborales, tributarias y pensionales entre otros factores, reducen el poder adquisitivo del colombiano medio y, por ello, para compensar la reducción del ingreso a las arcas estatales y subsanar el saqueo al erario, se acude al fácil expediente de más tributación, alimentando el círculo vicioso de más carga impositiva a las personas de menor poder adquisitivo, mayor endeudamiento, etc. Hoy, sólo por intereses Colombia paga a la banca multilateral alrededor de USS 3.000 millones/año, unos $10, 5 billones.

Con solo atajar la infame corrupción, que roba alrededor de $50 billones/año, solventaríamos la deuda y parte del capital sin afectar rubros esenciales. Pero ese es el costo de mantener el statu quo político y nuestro sistema económico, el fracasado neoliberalismo. Más todavía: mucho del dinero saqueado está durmiendo inútil en paraísos fiscales. Si, al menos, lo invirtieran en Colombia…


Así, las personas y sociedades buscan otras soluciones, tratando de esquivar al estado alcabalero y el acoso de la pobreza extrema. Richard Davies, un importante economista británico, exploró en diversos lugares y circunstancias cómo cambian los modelos para adaptarse a la adversidad, experiencia consignada en el libro “Economías extremas”. Ex estudiante de medicina, Davies aplicó los conocimientos adquiridos para entender situaciones límite, apartándose de los promedios y aplicando ese conocimiento a la economía.

Es interesante que, en contextos extremos, las sociedades se salvan con ingeniosas pero precarias soluciones; también encontró que fracasaron naciones con todas las opciones para construir las mejores economías del mundo. Como Colombia, por decir algo. La traducción es que la sociedad sobrevive a pesar de sus dirigentes, construyendo economías de la nada y que, en países como el nuestro, los mandatarios son incapaces de crear sociedades justas, productivas, equitativas, incluyentes y benéficas para todos.

En países donde la economía es volátil, los sistemas políticos inestables y la inflación es difícil de contener, la economía informal ha sido salvadora. Es desgarrador como, en condiciones de pobreza mayúscula, la corrupción o el delito son maneras de sobrevivir.


Davies no encuentra respuestas acerca de cuál sistema político es mejor; no hay fórmulas mágicas; al final, cada sociedad debe encontrar su mejor camino en el cual se estimulen los sistemas productivos en beneficio de toda la sociedad. El libertinaje de Friedmann no es la salida; tampoco lo es el control centralizado que naufragó en la URSS. Un buen balance lo muestra Europa, en donde la libre empresa tiene controles estatales y los tributos se usan para el beneficio común en asuntos como salud, educación, seguridad, empleo, infraestructura, etc. China es otro ejemplo interesante. Colombia deberá elegir pronto entre la ratificación de un sistema fallido y un cambio hacia mejores políticas. La decisión depende de nosotros.