Uribe, poderosamente armado con la razón

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com


No soy jurista ni pretendo serlo, pero es de elementar comprensión que la justicia es la misma para todos, en el sentido de que, en condiciones similares los individuos, todos en general deben ser igualmente tratados. Aristóteles dijo una vez que “los iguales sean tratados de igual manera”, Henry Bergson el gran filósofo francés abonaba que “la justicia ha evocado siempre las ideas de la igualdad, de proporción, de compensación”.

No sé si estos filósofos históricamente conocidos se encuentren errados, o por lo menos en Colombia sus conceptos no son precisamente aplicados, no es una real justicia que los cabecillas de Farc, autores de tantos males, jactándose de su impunidad y escudados con aquella clemencia criminal, impasibles  ante los sollozos de los huérfanos y ante la justa indignación del pueblo, osadamente se pasean de un extremo a otro la nación, quién sabe, si afanados en aumentar los caudales atesorados en medio de la matanza, y, viendo cuán limitada es la clemencia y cuán lucrativa aquella sangrienta granjería.

El crimen, el enorme crimen que Colombia ha soportado por diez lustros, no sólo ha quedado impune, sino que aquellos que por años han encontrado en la actividad delictiva, desestabilizante y perturbadora un impresionante negocio lucrativo empiecen a pensar en el delito como una forma deseable de vida.

Ivan Márquez y Jesús Santrich, amaestrados por la desgracia y eternos enemigos de la paz nacional, consideraron ya demasiado larga la “tregua” que la Farc supo concedernos y se han huido a los campos colombianos, tratando de acumular combustible para próximo incendio.  

Es inadmisible que aquellos que sólo trajeron para Colombia primicias cargadas de explosivos, que sembraron para este país bombas de la muerte y esparcieron de espanto la población, quienes dejaron a tan deplorable situación de abatimiento al país, se encuentren hoy blindados de toda indoles y traídos a la vida a la vida social como verdaderos apóstoles gozando de dádivas grandiosas y de investidura honorífica, mientras que aquel que con su loco antojo por la paz implantó el restablecimiento del orden social, aplacó la evolución de la delincuencia, minimizó el estado de inseguridad, desaceleró la delincuencia creciente, acabó con la pesca milagrosa, secuestros, extorciones, narcotráfico, marcha indetenible del delito,  incluso acabó con la amnistía que este grupo subversivo implantaba a los ciudadanos que deseaban desplazarse por el territorio nacional. 

Es sorprendente que quien encontró al país mendingando socorro, quien tropezó al país en medio de un mar de barbarie, quien encontró al país distanciado de privilegios, quien localizó al país desheredado de la fortuna, quien se empeñó en lucha homérica en “Cuarentenar” todos los quebrantos que agobiaban a Colombia, sea hoy víctima de la inutilidad del chisme, a la farsa, y en el caso peor a la calumnia, que son el falaz arsenal de la mediocridad agresiva.

Ayer se conoció que doctor Uribe, ya superó el covid 19 que lo atormentaba, y de igual manera superará el problema jurídico que lo aqueja, pues en su finca se encuentra poderosamente armado por la razón, en espera que la justicia le asigne la libertad después de haber probado su inocencia.