Soto Aparicio: escritor para no olvidar

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



¿Puede creerse que una persona con solo cuarto año de primaria sobre sus espaldas pueda descollar como gran escritor? Fernando Soto Aparicio falleció en Bogotá el 2 de mayo del 2016. Su obra literaria es bastante extensa y abarca novelas importantes en la literatura hispanoamericana; además, recibió merecido reconocimiento por los críticos colombianos.

Soto Aparicio nació el 11 de octubre de 1933 en Socha, Boyacá, pero un mes después pasó a vivir en Santa Rosa de Viterbo. Desde joven se dio a conocer por sus primeras obras; su producción posterior lo convirtió en un referente para nuestra literatura. Sin duda, en los lectores quedaron fijadas dos novelas destacadas de este autor: “La rebelión de las ratas” (1962) y “Mientras llueve” (1966), ambas de lectura indispensable entre los estudiantes de educación media. Pero Soto Aparicio fue más allá: marcó décadas completas con su prolífica pluma. Son suyas las obras “Los bienaventurados” (1960), ”La rebelión de las ratas”, “Mientras llueve”, “Viaje al pasado”, “Mundo roto”, “Puerto silencio”, “Camino que anda”, “El espejo sombrío”, “Después empezará la madrugada”, “Viaje a la claridad”, “Los hijos del viento”, “Funerales de América”. Escribió también poemas: “Sonetos con cuerpo de mujer” (1976), “La paz sea con nosotros” (1986), “Pasos en tierra” (1984), “Carta de bienvenida a la paz” (1989), “Oración personal a Jesucristo”, “Diámetro del corazón”, “Motivos para Mariángela” y “Palabras a una muchacha”. Para la televisión escribió numerosos guiones y episodios breves durante más de catorce años. En 1971 escribió “La siembra de Camilo”, el emblemático cura guerrillero.

Al hablar de “La rebelión de las ratas” hay que destacar el carácter social de esta novela. Fernando Soto Aparicio trabajó dos meses en una mina de carbón en el municipio de Chapa para poder hablar por experiencia propia sobre la forma como laboran los mineros y ser testigo de los atropellos que deben soportar en esta clase de labores. En esta novela el personaje principal es Rudesindo Cristancho, minero por necesidad. Él, su mujer Pastora y los demás mineros son tratados como esclavos y reciben bajísimo salario, explotados por una gran empresa norteamericana. Para reclamar algunas reivindicaciones se ven precisados a organizar una huelga, al final de la cual logran mejorar un poco su condición. Un crítico literario colombiano ha dicho que Soto Aparicio “es un descubridor de la conciencia histórica de nuestro pueblo”.

“Mientras llueve”, por su parte, sorprende al lector con un relato en primera persona. El personaje narrador es Celina Franco Valdivia, una muchacha acusada falsamente de asesinar al anciano con quien la habían obligado a casarse. Ella va a la cárcel pero sigue enamorada de su único amor, el propio Fernando Soto Aparicio, quien ya comenzaba a sobresalir con varios triunfos literarios. En el penal de la novela –como en la realidad actual colombiana– proliferan el homosexualismo y la degradación del ser humano. Por fuera de la cárcel, después de fugarse, Celina afronta la prostitución en ciudades de la Costa, Santa Marta entre ellas. Constancias de sus penurias quedan consignadas en su diario, pequeño cuaderno que Fernando encuentra y lee, mientras llueve, dentro de la casa inundada donde Celina se ha suicidado.

Con solo cuatro años de primaria Fernando Soto Aparicio logró siete doctorados honoris causa y fue profesor universitario. Recibió el Premio Casa de las Américas en 1970. Su última obra, “Bitácora de un agonizante”, fue publicada en el 2015. Por “Los bienaventurados” recibió un premio internacional de novela en Barcelona. “Mientras llueve”, con la novela “María” de Jorge Isaacs y “El túnel” de Ernesto Sábato son, tal vez, las obras más leídas por jóvenes estudiantes colombianos y de gran parte de Latinoamérica.