Nuestros Sabios Olvidados

Columnas de Opinión
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Nos dice la sagrada escritura que los hebreos consideraban al adulto mayor como sinónimo de sabiduría, lo que encierra una valoración positiva. En la Prehistoria, egipcios, sociedad helénica, edad media, renacimiento, mundo moderno y contemporáneo, en mayor o menor grado, en algunos momentos más que en otros y hasta con injusticias muchas veces producto de cambios estructurales de todo orden, han sido considerados como portadores de sabiduría, experiencias, transmisoras de conocimiento, jerarcas sociales, consejeros con prestigio de sabiduría, respeto, poder de decisión, influencia, estatus social, político, económico; así como referentes siempre para los más jóvenes.

Está consagrado agosto como mes del adulto mayor, segmento poblacional que normalmente y con ingratitud hacemos de lado sin importarnos ni tener en cuenta lo mucho de su aporte a lo largo de sus vidas y la fuente viva de sabiduría que encierran y no aprovechamos en beneficio colectivo, lo que es a todas luces censurable además de imperdonable.

La población adulta mayor debe ser una preocupación para la sociedad, seguir siendo valorada, respetada y admirada, debiéndose aprovechar en su todo integral hasta que la salud se lo permita, y no hasta que la sociedad sin más lo retire, lo que traduce que debe ser más integrado en todas las esferas, niveles y propender por realizar programas para que enseñen su saber a la juventud; lo que evitaría en gran parte su deterioro generalizado, resultado de no considerarlos en provecho de las nuevas generaciones, lo que debe llevarnos con prisa y sin pausa a replantear la visión del adulto mayor, cambiar su papel, buscar opciones y alternativas incluyentes, y no excluyentes del devenir social, en el entendido que la edad no debe obstaculizar, que lo único que puede hacerlo es un achaque, un malestar o dolencia, al tiempo de comprender que no debe vérsele como una carga económica.

Se necesitan más políticas públicas de envergadura, especialmente por cuanto su situación actual y los desafíos que entrañan no son los mejores, debiendo sumar esfuerzos el sector público y generar acuerdos y estrategias sobre el nuevo panorama demográfico que enfrentamos sobre este especial particular, tales como establecer igualdad en el ejercicio de derechos en salud, seguridad económica y en general, bienestar y calidad de vida. Importante en esto, la posibilidad que sean voceros y difusores de sus propios derechos entre los adultos mayores, impulsar acciones que fomenten su desarrollo integral y su participación e inclusión en la esfera económica y social de la vida colectiva, toda vez que la transición demográfica hacia el envejecimiento poblacional impone retos y desafíos tanto para la institucionalidad, como para la sociedad en general.

Para tener presente como un dato relevante, según el Estudio Nacional de Salud, Bienestar y Envejecimiento –Sabe- 2015, la cifra de personas mayores de 60 años representó el 11 % de la población colombiana, es decir 5,2 millones de personas; para este año 2020 se estima que ese porcentaje aumente al 12,5%, que equivaldría a 6,5 millones de personas; y para el 2050 se proyecta en un 23 %, es decir, 14,1 millones de adultos mayores; es por ello que el gobierno nacional, los gobiernos departamentales y municipales logren unir esfuerzos articulando y trabajando conjuntamente en políticas públicas sociales en pro de fortalecer, mejorar y proyectar nuevos programas sociales integrales y de bienestar para que nuestros adultos mayores puedan tener una vejez digna, activa y feliz.

Hace indispensable lo cual, adecuaciones que respondan a ese nuevo panorama, entre los que bien y mejor encajan a la perfección la cultura del envejecimiento, la seguridad económica, el envejecimiento activo y una superior normatividad; conjunto de acciones que permitirán avanzar hacia la construcción de una sociedad más cohesionada, democrática e incluyente, donde haya una completa consideración de las necesidades de este sector poblacional, debiéndose en consecuencia olvidar que es este no es solo un problema de orden particular y hacer conciencia que los retos que impone el nuevo panorama demográfico, depende principalmente de una tarea y solidaridad integral.