¿Qué está pasando con el agua en Santa Marta?

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Escrito por:

Javier Lastra Fuscaldo

Javier Lastra Fuscaldo

Columna: Opinión

e-mail: javierlastra6@hotmail.com

Twitter: @JLastraFuscaldo


¿Cómo entender que los ríos que bajan de la Sierra Nevada de Santa Marta no alcancen a abastecer totalmente la necesidad de agua de los 500 mil habitantes de la ciudad y que la capacidad instalada para la distribución del líquido, no supere el sesenta por ciento del consumo de sus habitantes?

¿Qué está pasando con el servicio de acueducto en Santa Marta? De los 2000 metros cúbicos por segundo de agua que requiere el Distrito de Santa Marta, solo se logran 1.200 con la infraestructura existente incluyendo los costosos e incomodos carro tanques y los depredadores pozos. Con un precario proceso de alternancia se surte de agua a los habitantes. En muchos sectores de la ciudad, las familias tienen que almacenar aprovechando los días y las horas en las que llega, situación difícil en medio de la pandemia incrementada por el pésimo servicio de energía eléctrica de la Costa Atlántica y sus constantes interrupciones.

Aunque el nuevo Gerente de la ESSMAR ha recuperado los tanques de almacenamiento de los sectores de Maria Eugenia, Juan 23, Café Sello Rojo, entre otros, las plantas de tratamiento de Mamatoco y el Roble no son suficientes para cubrir toda la demanda porque el problema del sistema es estructural en sus procesos de captación, tratamiento y distribución.

La empresa de acueducto, a pesar de la crítica situación financiera (la Superservicios ha intervenido empresas en mejores condiciones), adelanta también algunas obras para mitigar el déficit de agua como es la interconexión de las dos plantas de tratamiento y con ello incrementar en 170 litros cúbicos por segundo el volumen suministrado, sin embargo, este esfuerzo financiero de 2.680 millones de pesos no resulta suficiente y se requiere urgentemente soluciones de fondo y definitivas.

¿Cómo pretender un mayor tránsito de cruceros en la bahía de Santa Marta y una mayor afluencia de turismo internacional si no ofrecemos óptimas condiciones de suministro de agua potable ni siquiera para nuestros propios habitantes? ¿De qué ha servido que la ciudad y su riqueza natural sea un sitio atractivo para el ecoturismo internacional que llega al país? Con este argumento el Gobierno Nacional podría financiar la totalidad de la solución por tratarse de un proyecto estratégico y de interés nacional.

Pasa el tiempo, sin faltar las copiosas reuniones, propias de la tecnocracia, entre autoridades nacionales y locales vemos que en ellas no se aprueban proyectos solo se plantean ideas y ahí termina todo. Las propuestas van desde traer agua del Río Magdalena por un tubo que atraviese el mar con un costo impagable estimado en 3 billones de pesos, como montar una mega planta desalinizadora con los elevados costos operativos implícitos en estas tecnologías.

Se han planteado soluciones que resultan muchísimo más económicas, aprovechando los afluentes del norte como son los ríos Don Diego y Guachaca instalando una represa en la zona y una planta de tratamiento en la vereda el Curval, consultando a las comunidades indígenas. Además, se ha planteado captar agua del Rio Toribio para llevarla a la planta del Roble y cubrir las necesidades del sur de la ciudad con aportes de 1600 litros cúbicos de agua por segundo.

El agua es un servicio esencial, vital. Resolver este problema trasciende los colores políticos y ningún mandatario de turno podría apropiarse de las soluciones porque comunidades, distrito, departamento, gremios, expertos y la nación pondría cada uno su valioso aporte. Manos a la obra, urgente.