Buen gobierno y bien común, no hay de otra

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Escrito por:

Saúl Herrera Henríquez

Saúl Herrera Henríquez

Columna: Opinión

e-mail: saulherrera.h@gmail.com



Nada es eterno, salvo la dignidad divina, importado desde ya en orden sistémico, empezar a pensar en lo que se viene para todos, luego de la pandemia que estamos viviendo. Convenir que en adelante otras serán nuestras vidas que estarán cargadas de incertidumbre, ausencia de certezas, novedades, transformaciones, cambios nuevos y ojalá avances importantes en lo democrático, participativo, social, político, económico, cultural, humanitario y ambiental, entre otros generales y particulares aspectos y validas significaciones que seguramente nos pondrá en un nuevo escenario, No se trata de pronosticar ni adelantar nada, solo reflexionar sobre lo porvenir.

La crisis estará latente, el bien común a la espera que se le nutra de la mejor forma y manera posible, indispensable lo cual en dirección a protegernos más y mejor en libertad y como especie humana. Esta pandemia ha generado sin duda acontecimientos enormes, vacilaciones y contradicciones; de ahí la importancia de adoptar, adaptar, implantar e implementar estrategias gubernamentales que articulen, aúnen, compaginen y conjuguen todos los esfuerzos posibles para la salvación de vidas, sin olvidar eso sí, lo atinente a la economía, la que igualmente debe atender, so pena de tener que afrontar consecuencias impredecibles.

Son decisiones estas que necesariamente deben estar visionadas con lo que globalmente esté aconteciendo, pues no pueden ser locales tales dichas decisiones cuando se trata de una crisis múltiple y universal que demanda pronunciamientos coordinados en todas sus derivaciones, orientadas a la cooperación y solidaridad, toda vez que es una situación de emergencia planetaria que genera temor, vacío, pérdida de horizonte, en lo que muy importante tienen que ser los conceptos de institucionalidad y bien común, este último taponado en las sociedades contemporáneas, que lo ha abandonado como base fundante de su existencia y desarrollo.

Bien común refiere el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a grupos y miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección. No es la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del cuerpo social. Siendo de todos y de cada uno, es y permanece común, porque es indivisible y porque solo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo. Entre bien particular y bien común existen condicionamientos, pero no necesariamente oposición: el bien particular no se consigue si no se orienta al bien común, y el bien común se realiza alcanzando el bien particular de cada uno. El actuar moral del individuo se realiza en el cumplimiento del bien, así el actuar social alcanza su plenitud en la realización del bien común. Es dimensión social y comunitaria del bien moral y está siempre orientado hacia el progreso de las personas, al que debe subordinarse el progreso social. Se coincide en que está representado por la existencia del otro; su deber fundamental es darse cuenta que vivimos entre otros; es actuar en común; es vida en común, a una comunidad política que tiene un carácter conflictivo; que incluye el principio de solidaridad (Estado de bienestar); razón para preservar el aparato productivo del que dependen trabajadores y empresas.

Función esencial del Estado es tomar decisiones deliberadas tanto en el corto como en el largo plazo para garantizar el bien común, sobre la base de valores, reglas e instituciones. Igual se debe repensar la noción de gobierno que coincide, según Giuseppe Duso, con el momento estructural de la vida en común. Gobernar es prever, decidir, es política estratégica a largo plazo, ofrecer un rumbo que una buena gestión se ocupará de implementar. El problema surge cuando la inmediatez y el corto plazo se imponen a lo colectivo y no podemos dejar ser gobernados por el cortoplacismo, lo cual es funesto.

La crisis desnudó nuestra indefensión, quedando como horizonte una estrategia global de impacto positivo para el futuro de la humanidad. Bien común y derechos humanos deben guiar la intervención internacional para preservar vida, libertad, superar las visiones individualistas, egoístas y lógica capitalista; estar presentes cuando se apliquen regímenes de emergencia, lo que obliga fortalecer la legitimidad de las políticas estatales con liderazgos de excepción. Es la tarea.