Breve elegía a Carlos Escobar “Calle”

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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com


Por encontrase el país en un laberinto de enfermedad contagiosa, no pudieron sus hermanos, su hija, sus amigos despedirlo con los honores que un hombre lleno de virtudes, de audaz pensamiento, de acción precisa, de voz imperativa.
Es increíble que un hombre lleno de vida se nos haya marchado para siempre sin dejarnos sentir en último abrazo del noble palpitar de su corazón.

Fui su amigo desde la infancia, en el colegio del profesor Guerra perduramos por un lustro, se distinguió siempre por su gran disciplina, concretado perennemente en sus estudios, supo siempre robustecer en la sabiduría, como hombre conservó una integridad física grandiosa, fue de naturaleza vigorosa, de cíclope altura, de musculatura robusta, de gran fortaleza, un hombre macizo, su humanidad fue siempre un cuerpo floreciente de vida, sólido que sólo la muerte se atrevió a derribar.

Ni a sus hermanos, hija y a Ruth María su esposa, me he acercado a expresarle mis sentidas condolencia, porque sus últimos años tuvimos una estrecha amistad que me hizo sentir como su hermano, por su sentida desaparición puedo experimentar los dolores de una amputación, esta razón me obliga a no expresar mis sentidos pesares, sino que igual que sus hermanos e hija, corresponde sentarme a recibirlos.

Cuando se desempeñó como Gobernador encargado del Atlántico y Secretario de Gobierno de Barranquilla, implantó la paz como alivio para el presente y mejoramiento para el futuro, todo aquel ciudadano que solicitó garantías y moralidad encontró en este arquitecto el gran apoyo para una buena marcha que pudiera imaginar el más alto de los gobernantes.

Se llamó Carlos Escobar de Andreis, lo apodamos simplemente Calle, fue él, hombre valeroso, de grandes servicios, honorable y patriota, puede su familia ufanarse que disfrutaron con su existencia 68 años de energía moral, 68 años de alto prestigio evidente, 68 años de autoridad intelectual, 68 años de tranquila madurez, es increíble que todas esa cosecha de beldades, ya no nos vea, ni nos oiga, ni nos hablé, él, que fue todo ojo, él que fue todo oído, que fue de voz elocuente, se nos haya ido, para jamás volver.

Fue Calle de brillante literatura se esforzaba para enviar por wasap a todos sus amigos los escritos que en este diario realizaba los jueves. Cuántos entre éstos podríamos decir que por su influencia y diligencia en doctrinarnos somos deudores de nuestra vocación literaria, orientados desde su columna, por ese profesor admirable, lo que me hacer juzgar que fue un educador de gloria inmarcesible y de júbilo inmortal.

Sólo me resta decir como dijo Vargas Villa, “Aquel que dijo Lázaro levante, no volvió a llamar, tu no serás llamado, descansa en paz hermano mío” y al despedirme quiero expresar que: si la memoria se encuentra en el corazón, el mío, jamás se olvidará de ti.