El arte de sacar los huevos de oro sin matar a la gallina

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Algunos gobiernos y sus ciudadanos plantean una dicotomía falsa en la hora presente: elegir entre atender la emergencia sanitaria desatada por el Covid-19 o atender la economía. Cuando en realidad son dos caras de la misma moneda. Es imperativo que los gobiernos reconozcan esta realidad y actúen en consecuencia.

Cada país tiene una situación particular y única y el impacto económico dependerá de qué es lo que produce, demanda por sus productos y que tan rápido puede volver a la normalidad. Reactivar la economía eficiente y eficazmente presupone una banca saludable y mucha liquidez.

Sin duda alguna, manejar la crisis sanitaria sin matar la economía es un delicado acto de equilibrismo para todos los gobiernos y empresarios; demanda coordinación casi que perfecta. El consenso actual es que a diferencia de la crisis del 2008, que tuvo una génesis económica, esta es una emergencia sanitaria con consecuencias económicas, y que una vez superada la primera se superarán rápidamente las segundas. Es por esto que se aboga fuertemente por proteger el empleo y la viabilidad de los negocios. En otras palabras, la hibernación de la economía mundial fue provocada artificialmente, un coma inducido mientras se resuelve la pandemia.

Cuando le damos una mirada a Colombia, vemos que hay diferencias marcadas entre las regiones, y que algunas capitales, como por ejemplo Santa Marta, tienen un porcentaje altísimo de informalidad laboral. La existente bomba social dificulta exponencialmente el manejo de la crisis porque la convierte en multidimensional; desafortunadamente, la solución a la pandemia es cambiar el comportamiento social. Solución que impacta a todos, pero que tiene un efecto devastador en quienes viven en la informalidad y viven en condiciones precarias.

En este estado de cosas, la gente del común quiere sacrificar a unos para salvar a otros. Por ejemplo, se escucha en las redes que los bancos asuman el costo de la crisis porque nosotros los salvamos hace algún tiempo con el impuesto del 4 por 1000. Desconoce este clamor la función esencial que juegan los bancos en la economía y que quizás deberíamos pensar que gracias al salvamento, los bancos están mejor posicionados para darnos una mano en estos tiempos difíciles.

Pienso que el mensaje debe ser claro en el sentido de que el sacrificio lo tenemos que hacer todos porque de otra manera, el ecosistema colapsa. También entender que el gobierno no puede solucionarlo todo. Afortunadamente, han comenzado a surgir ideas de muchos sectores, algunas muy buenas y que creo serán adoptadas en algún momento.

El escenario actual es uno de esos en los que está plenamente justificado el gasto del gobierno. Más que justificado es un imperativo: al gobierno le toca asumir el costo de la crisis, y así lo ha reconocido el ministro Carrasquilla. No comparto la posición de algunos exministros de hacienda que dicen que el gobierno debe hacer gastos pero respetando la regla fiscal. Es una posición insensata ante la magnitud de la crisis global que estamos enfrentado. Este no es el momento de reparar en gastos. Hay que inyectarle liquidez a la economía asegurando que los negocios no quiebren, que aquellas personas que tienen empleo lo conserven y que aquellos que viven de la informalidad cuenten con algún tipo de soporte que les permita sobrevivir durante estos tiempos aciagos. La regla fiscal debería ser la menor de todas las preocupaciones en estos momentos.

Los gobiernos locales deben ser cuidadosos para no exacerbar o empeorar el problema socio-económico en un intento de manejar la curva de contagios. Pedirle a la gente que se quede en la casa y se muera de hambre para no morirse de Covid-19 es insensato. La real solución es multidimensional. Que el afán por resolver lo urgente no impida que valoremos adecuadamente la crisis.