En la cotidianidad de esta sociedad difícil y compleja vemos y percibimos como prevalecen antivalores como la soberbia, la prepotencia, la envidia, la crueldad y muchos más. Estos gérmenes navegan orondos y amenazantes en ese inmenso barco llamado sociedad.
En Jesucristo se resume y se sintetiza todo el poder del mundo; sin embargo, fue la persona más humilde sobre de la faz de la tierra que con su muerte encarnó el verdadero sentido de la humildad. Él nunca utilizó el poder para generar maldad, ni injusticias en su pueblo, muy a pesar de que estaba resguardado por un poderoso ejército celestial.
En esta sociedad polarizada y enmarcada por políticas neoliberales, muchas personas empoderadas política y económicamente utilizan el poder para castigar, maltratar, explotar y reprimir a las personas débiles e indefensas, es decir, aquellas personas vulnerables en la sociedad. A estas clases de personas, en estos momentos de incertidumbre y angustia por causa de este terrible virus llamado corona virus o Covid 19, deberían aprovechar el momento de recogimiento en sus hogares para recapacitar, meditar y replantear sus formas de pensar, actuar y tomar y actitud positiva para coadyuvar en la reconstrucción de una nueva sociedad, en donde las personas puedan navegar con seguridad en la barca de la alegría, la tranquilidad, la seguridad y el bienestar social.
Este peligroso y amenazante virus Covid 19, además de riesgoso debería ser tomado como una alerta, como una señal o como un mensaje para las personas orgullosas y prepotentes que hacen mal uso del poder.
Este peligroso flagelo es capaz de acabar con la humanidad en un año o décadas; ahora imaginémonos como sería el poder de Dios si quisiera acabar con este mundo perverso y corrupto, solo emplearía segundos para destruirlo; pero Dios no está en ese plano de maldad y exterminio. Solo quiere y desean la paz, la unidad, la santidad y la salvación de las personas y del mundo entero.