Gobierno: Pilas

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Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



El mejor análisis hasta ahora sobre las consecuencias de esta pandemia en Colombia lo ha hecho un economista joven que se destaca dentro de este gremio, Marc Hofstetter, profesor de la Universidad de los Andes. Su artículo en el Espectador “El Efecto Mariposa” toca elementos poco abordados por otros analistas que se quedan en lo macro y se olvidan de la gente pobre y vulnerable que representa nada menos que 2/3 de los colombianos. Lo más destacable es la referencia a la imperiosa necesidad de que el gobierno reconozca su responsabilidad para salvar los ingresos de los más pobres y agrego a los vulnerables.

Las empresas renegociaran con los bancos sus créditos, afirma Marc y eso es cierto; el gobierno ya ha anunciado medidas para el sector financiero y seguramente las grandes actividades más afectadas también contarán con algún apoyo del gobierno. Pero como no tiene espacio fiscal en parte por la crisis actual, pero también por sus decisiones de apoyar a la gran empresa rebajándoles impuestos, se olvidará de lo que es realmente su absoluta prioridad.  Los pobres solo tienen al gobierno y este debe tomar las medidas inmediatas.

En el fondo Marc está pensando en los vendedores de aguacates en la calle; en las tiendas de barrio que verán incrementadas las peticiones de crédito de sus pobres clientes cuyos ingresos se vendrán abajo. En fin en todos aquellos con ingresos precarios que los verán reducidos cuando ya eran los mínimos para subsistir. Interesante, como lo señala el autor, acudir a Familias en Acción, al Adulto mayor y a otros subsidios a los cuales se les deben inyectar recursos para aliviarles las consecuencias de este duro momento a estos sectores que nadie más va a apoyar.

Como la Región Caribe está llena de informalidad incluyendo a la ciudad que se considera su estrella, Barranquilla, sus autoridades deberían ser las primeras en plantear esta demanda al gobierno nacional. Pero también alcaldes y gobernadores de esta región deben pensar seriamente cuántos recursos pueden destinar a este tipo de decisiones antes de que los ya altos niveles de pobreza se disparen aún más.

Claro que esta pandemia debe contar con la voluntad de cada individuo para evitar que llegue a niveles inmanejables, pero en este caso es a los gobiernos centrales y locales a los que les corresponde velar para que no se agranden esas inmensas brechas que hoy persisten especialmente en regiones como el Caribe y el Pacífico.

Obviamente es necesario que no sufra más de la cuenta el sector financiero y las grandes empresas del país. Pero hasta ahora no se le ha escuchado al gobierno mostrar preocupación por los ingresos y no solo la salud, de los pobres y vulnerables. Por ello el llamado que hace este economista y que de alguna manera otros hemos planteado es de trascendental importancia: Gobierno pilas, porque no nos podemos dar el lujo de olvidarnos que somos uno de los países más desiguales no solo de América Latina sino del mundo.

El mejor análisis hasta ahora sobre las consecuencias de esta pandemia en Colombia lo ha hecho un economista joven que se destaca dentro de este gremio, Marc Hofstetter, profesor de la Universidad de los Andes. Su artículo en el Espectador “El Efecto Mariposa” toca elementos poco abordados por otros analistas que se quedan en lo macro y se olvidan de la gente pobre y vulnerable que representa nada menos que 2/3 de los colombianos. Lo más destacable es la referencia a la imperiosa necesidad de que el gobierno reconozca su responsabilidad para salvar los ingresos de los más pobres y agrego a los vulnerables. Las empresas renegociaran con los bancos sus créditos, afirma Marc y eso es cierto; el gobierno ya ha anunciado medidas para el sector financiero y seguramente las grandes actividades más afectadas también contarán con algún apoyo del gobierno. Pero como no tiene espacio fiscal en parte por la crisis actual, pero también por sus decisiones de apoyar a la gran empresa rebajándoles impuestos, se olvidará de lo que es realmente su absoluta prioridad.  Los pobres solo tienen al gobierno y este debe tomar las medidas inmediatas. En el fondo Marc está pensando en los vendedores de aguacates en la calle; en las tiendas de barrio que verán incrementadas las peticiones de crédito de sus pobres clientes cuyos ingresos se vendrán abajo. En fin en todos aquellos con ingresos precarios que los verán reducidos cuando ya eran los mínimos para subsistir. Interesante, como lo señala el autor, acudir a Familias en Acción, al Adulto mayor y a otros subsidios a los cuales se les deben inyectar recursos para aliviarles las consecuencias de este duro momento a estos sectores que nadie más va a apoyar. Como la Región Caribe está llena de informalidad incluyendo a la ciudad que se considera su estrella, Barranquilla, sus autoridades deberían ser las primeras en plantear esta demanda al gobierno nacional. Pero también alcaldes y gobernadores de esta región deben pensar seriamente cuántos recursos pueden destinar a este tipo de decisiones antes de que los ya altos niveles de pobreza se disparen aún más. Claro que esta pandemia debe contar con la voluntad de cada individuo para evitar que llegue a niveles inmanejables, pero en este caso es a los gobiernos centrales y locales a los que les corresponde velar para que no se agranden esas inmensas brechas que hoy persisten especialmente en regiones como el Caribe y el Pacífico. Obviamente es necesario que no sufra más de la cuenta el sector financiero y las grandes empresas del país. Pero hasta ahora no se le ha escuchado al gobierno mostrar preocupación por los ingresos y no solo la salud, de los pobres y vulnerables. Por ello el llamado que hace este economista y que de alguna manera otros hemos planteado es de trascendental importancia: Gobierno pilas, porque no nos podemos dar el lujo de olvidarnos que somos uno de los países más desiguales no solo de América Latina sino del mundo.