Japiberdi, Presidente

Columnas de Opinión
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Tranquilo, cumpleañero presidente Obama, que de los 50 años decía Víctor Hugo que son la vejez de la juventud, y la juventud de la vejez.

A la edad que usted acaba de celebrar -4 de agosto- con tremenda rumba en Chicago, empezamos a cantar con Horacio Guarany: Cuando llegues, vejez, no te insolentes, aprende a respetar a los mayores. Piensa que yo alguna vez también fui joven, y que me debes, tal vez, muchos favores.

Cuando se borra el primer "chorizo" en el billar de nuestras vidas, es cuando las arrugas, huellas digitales del tiempo, empiezan a causar estragos.

Le pisa los callos a una población adulta que, en teoría, empieza a dejar de ser adúltera. O sea, llegó el momento de ser fieles… por sustracción de materia. No se retira uno de ciertos pecadillos: ellos tienen la delicadeza de retirarse de nosotros.

De mi cosecha, le tengo un método infalible y gratuito para frenar el paso de los años: ahorre en espejo que es el que nos envejece.

A esas alturas del partido de su vida, se piensa más en un cirujano que estire o desaparezca arrugas, que en alguna bella para "refocilarse" con ella, como diría don Quijote, virgen de profesión.

Presidente: le doy la pésima noticia de que a los 50, si no se puede con la fidelidad mucho menos con la infidelidad. Otros proclaman que para quedar mal, queda mal en la casa.

Claro que todavía está muy lejos de que le pase lo que a mí que ya me ceden el puesto en el bus. Primero tendrá que pasar de los sesenta y esperar la solidaridad ciudadana.

No olvide que a los que están en la cuerda floja de la cincuentena siempre les queda la opción de volverse interesantes para las viejas.

El hombre que fue a la luna no ha educado al bobo sapiens sobre la mejor forma de afrontar la vejez. (coincidencialmente, el primer hombre que puso pie en la luna, su paisano Armstrong, también nació un 4 agosto. Lo mismo su colega español Rodríguez Zapatero. Fidel Castro y Juan Manuel Santos, son de la cofradía de agosto, un mes con piel de viento).

De cumpleaños, le regalo ideas, aprovécheme: comprométase a crear una universidad para cincuentones y verá cómo se perpetúa en la Casa Blanca.

Claro que tampoco hay que preocuparse de que los años se vayan apoderando de nuestras vidas como aquellos ruidos que se van tomando la casa en el cuento de Cortázar. Al fin y al cabo, a partir de los cincuenta, salvo la juventud, nada está perdido.

Cincuentón Obama, activista del signo Leo: ni un segundo atrás ni para coger impulso para salir para el próximo medio siglo.

Además, ¿qué mayor satisfacción que saber que se ha llegado a la época en que se escoge fiesta y no se es perro de toda boda?

Mala noticia: después de los cincuenta, empiezan a invitarnos más a entierros que a primeras comuniones o fiestas de quince. Aunque usted y doña Michelle son la excepción pues crían dos niñas adolescentes.

Dejemos a los muertos enterrar a sus muertos y permitamos que los años hagan su tarea. ¡Para eso les pagan! Metámonos autogoles y digamos que todo tiempo venidero será mejor.

Ricardo Arjona sugiere llenar los años de vida, no la vida de años. Se puede copiar del guatemalteco.

No le canto el japiberdi porque de ello se encargó Jennifer Hudson. (Le fue mejor a un antecesor suyo, John Kennedy, a quien le cantó Marilyn Monroe).

Como el día de gastar se gasta, felicitaciones mil (que sean dos mil) ahora que empieza a marcar con el cinco adelante.

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