Pisar el acelerador

Columnas de Opinión
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Bajos precios, altos costos y progresivo deterioro del orden público, conforman una peligrosa tripla en el entorno productivo de nuestra ganadería.

El precio promedio del ganado flaco en la costa Caribe, que llegó a estar en $3.360/kilo en junio de 2009, descendió en los siguientes siete meses a ¡$2.519! En ese lapso se perdió el 33.4% del precio de venta.

Posteriormente, después de unas pequeñas alzas, se situó en $2.837 (mediados de julio/11). La tendencia del precio del ganado gordo, es igual. ¿Qué sector económico puede resistir una drástica reducción de sus ingresos, como la que ha soportado todo el sector ganadero, especialmente en el Caribe colombiano?

A este desbarajuste en los precios, se une el constante incremento de los costos de producción, de más de 3,6% en 2010 y de 3.1% en lo corrido de 2011 a marzo, jalonado por insumos tan importantes como la urea, los concentrados, las sales mineralizadas, las semillas y la droga veterinaria, que reducen peligrosamente el margen de rentabilidad de todas las orientaciones del hato, especialmente en cría y ceba. ¿Cómo puede crecer un hato bajo estas condiciones?

El tercer elemento no es menos preocupante. Hasta antes del primer trimestre de 2010, 1 de cada 10 ganaderos señalaba deterioro del orden público, y a partir de ese trimestre encontramos que 6 de cada 10 ganaderos percibía mayor deterioro.

Lo grave es que este indicador, al finalizar el II trimestre de 2011, se elevó: ahora son 7 de cada 10 ganaderos los que señalan deterioro del orden público (Encuesta de Opinión Ganadera, Eogan - II trimestre de 2011). En los últimos nueve meses (sept 15/10 a jul 15/2011), según las estadísticas de Fundagán, el número de casos de ganaderos extorsionados suma 80; secuestrados, 43; asesinados, 38; y de los que han sufrido abigeato, 68. ¿Puede el sector ganadero soportar esa condición, que no sólo atenta contra su vida y bienes, sino contra la estabilidad del negocio ganadero?

Frente a esos síntomas urgen medidas de fondo. En el corto plazo, lo más importante, es mejorar los ingresos al ganadero. Las exportaciones son la única opción posible frente a las restricciones estructurales del mercado interno que por cuenta de la informalidad no ha permitido transferirle al consumidor los menores precios del ganado gordo para el sacrificio. Es el Gobierno quien tiene la palabra frente a esa situación, como también frente a las exportaciones.

Está el caso del Líbano que nos permitiría ir saliendo un poco del atolladero, y las exportaciones hacia Venezuela, que contribuirían en forma importante, siempre y cuando se realicen sobre las nuevas realidades. La segunda, controlar los brotes de inseguridad.

Pero, algunas dificultades en los trámites se atraviesan en el camino. Esta vez por cuenta en la demora de la expedición de una norma que le permita al sector colocar el contingente autorizado por el Gobierno. Ya ha transcurrido más de un mes desde que el Comité de Asuntos Aduaneros, Arancelarios y de Comercio Exterior adoptó la decisión de ampliar el contingente de exportación y la medida no ha entrado a regir, pues el decreto correspondiente aún se encuentra en trámite.

Pero aún más, la decisión de asignar cupos máximos de 90 animales por empresa señalado por el Ministerio de Agricultura, impide realizar una operación de comercio exterior económicamente viable.

En buena hora el ministro Juan Camilo Restrepo, aceptó la sugerencia de Fedegán de revisar el sistema de administración de contingentes, y para su definición, adelantará una mesa de trabajo, en la que participarán las empresas exportadoras.

Sobre los otros dos temas que me ocuparé en otra oportunidad, Fedegán hace un nuevo llamado al Ministerio de Agricultura para que analice la dinámica de los costos de producción, sobre todo de sales mineralizadas, medicamentos, concentrados y fertilizantes, y al Ministerio de Defensa, para contener la ola de violencia, pues bajo ese entorno de bajos precios, altos costos y mayor inseguridad, estamos próximos a la entrada en vigencia de tratados de libre comercio. No queda otro remedio que acelerar las soluciones.