Malas propuestas, buena intención

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



El voto local no es programático y por lo tanto es equivocado afirmar que cuando se gana una elección gana un programa.  Es decir, en el Magdalena ganó Caicedo y no sus propuestas, las cuales casi todos los que lo eligieron desconocen.

Se equivoca Caicedo al afirmar que ahora la sociedad magdalenense tiene nuevas prioridades.  Las prioridades no resueltas de la región siguen siendo las mismas y en el mismo orden, y lo serán por las próximas décadas.  Preocupan dos declaraciones del entrante gobernador porque soslayan una visión que no se compadece con las necesidades de la región. 

La primera, es que quiere que el San Juan de Dios no sea hotel sino museo.  Santa Marta, donde está ubicado el San Juan de Dios, necesita tener hotelería de primer nivel en el centro de la ciudad, y que mejor sitio que un sitio con historia.  Algo semejante al Hotel Santa Clara en Cartagena.  Es un catalizador natural del turismo, además de los beneficios en la actividad económica.  No solo sería auto sostenible sino que además aportaría a las arcas de la ciudad.  En contraposición, la propuesta del museo tiene pocos méritos.  Primero, Santa Marta no es Europa y el turismo que viene a nuestra ciudad no lo hace para visitar museos, además porque no tenemos grandes obras ni grandes artistas que mostrar.  Segundo, y por lo anterior, el museo agrega cero valor a la estrategia de promover el turismo y no mejora la oferta turística.  Tercero, la propuesta tiene todos los visos de que se convertiría en un pasivo grande para el gobierno local porque no sería auto sostenible ni tendría impacto positivo en la  economía.  Buena la intención de darle énfasis a lo cultural, pero primero hay que atender las necesidades más fundamentales  de la población mediante estrategias  encaminadas a conquistar el mercado objetivo de nuestra industria turística. 

La segunda declaración es la que tiene que ver con la doble calzada del Puente Pumarejo hasta Palermo.  Dice Caicedo que ese dinero se podría utilizar en construir sedes universitarias.  Varias acotaciones.  La primera es que esto es un corredor estratégico que tiene que ver con la logística necesaria para el eficiente transporte de carga y pasajeros.  No es la solución completa, cierto es, pero es un paso grande en la dirección correcta.  Tiene impacto directo en la competitividad de la región, la cual necesitamos mejorar desesperadamente para atraer actividad económica y reducir costos operativos.  Segundo, construir sedes universitarias es un ejercicio inútil si no se forma de antemano, y si no se tienen, los profesores idóneos para ofrecer una educación de calidad que provea el capital humano que demanda y demandará el mercado laboral. 

En el mundo virtual, las paredes y los edificios ya no son tan importantes.  Hacerle creer a unos jóvenes que porque tienen un diploma universitario poseen la idoneidad profesional para competir  globalmente es perverso.  Hay que encontrar una alternativa que permita formar muchos más jóvenes con formación de alta calidad, sostenible y a bajo costo, y las paredes de Caicedo ni son la respuesta ni son los pasos correctos para encontrarla, o por lo menos no es el orden correcto de implementación.  El modelo educativo de Caicedo caducó hace rato.  No se debería sacrificar un proyecto con beneficios grandes y ciertos por uno incierto, mal pensado e ineficaz.  No creo que alguien discuta la necesidad de proveer educación a todo lo largo y ancho del Magdalena, pero hay que hacerlo valiéndose de las herramientas que hoy existen y con responsabilidad fiscal y ética.  La rueda ya está inventada; por ejemplo, University of Phoenix en los Estados Unidos, entre muchos otros modelos existentes y exitosos.

Sería saludable un debate entre expertos para que con fundamento tome una buena decisión.  Aproveche la comisión de empalme de alto nivel e invítelos a hacer parte del gabinete.  Demuestre que la izquierda puede transformar sociedades y hacerlas prósperas.  Barranquilla es el benchmark.