Súper-domingo, este ultimo de octubre, para tres países de la región. Mientras en Colombia, se renuevan Alcaldes (Intendentes) y autoridades regionales, Uruguay, Argentina y Bolivia, se citan en las urnas para designar nuevos inquilinos de la casa presidencial, en una singular vorágine de tendencias y facciones, que diseñaran el nuevo mapa geopolítico de ésta parte del Continente.
Ya en el campo electoral, hay que señalar que mientras Evo y Macri, buscan la reelección, en Uruguay, el oficialista Frente Amplio (F.A.), el de Mujica y Tabaré Vásquez, con 15 años en el poder, con su discurso de izquierda, simpatizante del socialismo de Chávez, pretende demostrar que todavía tiene aire en los pulmones, para un cuarto gobierno en línea, en un escenario de impredecibles eventos.
Además con la propuesta plebiscitaria que propone mejorar la seguridad pública -deteriorada en los últimos años-, como nunca se había visto, en este remanso de paz de América. Con un electorado flotante del 36% y del 10%, que acude a las urnas por primera vez, se estima que el nuevo ejecutivo deberá organizar un “gobierno de coalición multicolor” .El Partido Nacional o blanco, en la oposición, junto al partido Colorado, los dos más antiguos, terminan sus campañas en un clima de hiperestimulación comunicacional inédito, como la misma nueva realidad social, económica y política del país.
Bolivia, con Morales, tras 13 años en la presidencia, y con una aparente bonanza económica, como producto de los altos precios internacionales del gas, y como resultado de la nacionalización de los combustibles en 2006-- los opositores hablan, por el contrario, de una mayor participación del Estado en las rentas--, carga con el pesado lastre de haber sido repudiado mayoritariamente por el pueblo en 2016, para que se presentara a una nueva candidatura presidencial. El Tribunal Superior Electoral (TSE), de su bolsillo, le instó a que desconociera esos resultados. Carlos Mesa, expresidente, de centro, es su principal opositor. El gas y el litio, en el centro de las discusiones.
Y Argentina, como queriendo marcar la pauta, con un oficialismo, que aspira a relegirse con Macri, arrastrando graves problemas de credibilidad, frente a viejos fantasmas con Fernández y Cristina que se resisten a desaparecer.
En fin, dos tendencias, la que se quiere seguir marcando desde Miraflores, y la de centro, reposada, defensora de la estabilidad, del libre comercio y de las libertades ciudadanas.
El imperio histórico del péndulo, que los tres países no desean que se dé.