Nuestro duro e insuperable porvenir

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com


Aunque es penoso reconocerlo, al mundo no le queda duda que somos unos de los países de mayor violencia, los innumerables secuestros, múltiples vehículos incinerados en nuestras las carreteras, aún no mostramos un día donde no se registre masivas matanzas, el país se encuentra viviendo cercado de amargura, nos hallamos lejos de aplicar justicia con suprema rectitud, la violencia echa perder lo mejor de las causas, el ciudadano colombiano parece haber perdido confianza en el porvenir.
Aunque es penoso reconocerlo, al mundo no le queda duda que somos unos de los países de mayor violencia, los innumerables secuestros, múltiples vehículos incinerados en nuestras las carreteras, aún no mostramos un día donde no se registre masivas matanzas, el país se encuentra viviendo cercado de amargura, nos hallamos lejos de aplicar justicia con suprema rectitud, la violencia echa perder lo mejor de las causas, el ciudadano colombiano parece haber perdido confianza en el porvenir. 

Todavía no podemos calcular cuánto tiempo seguiremos viviendo en intimidad con el terrorismo, cuánto tiempo en cordialidad con el desamparo, lo cierto es que cada día notamos más la presencia del crimen organizado, a diario podemos afirmar con certeza  que se nos está estrechando más y más el nudo en torno a nuestra garganta. Si la existencia es hoy angustiosa, los grupos delincuenciales ya han perdido la piedad, el respeto, la deferencia, el desinterés sublime, el dolor y el martirio han allanado nuestro pequeño saldo de bondad y de justicia ¿Cuál habrá de ser nuestro porvenir, si ya está duro el presente, de esta nación en que solo se lleva una existencia prestada, artificial y precaria?  Pero no sólo la violencia ha contribuido a que la situación nacional sea un caos invivible, la política interesada y mal manejada es también un factor determinante en nuestro medio. A consecuencia de ella nuestra justicia camina a pasos paquidérmicos y la injusticia galopa al compás de grandes gacelas y por lo tanto nunca será alcanzada. Gran parte de los recursos estatales perpetúan en el bolsillo de los corruptos, sin siquiera llegar a comprender que el Estado, es un ciudadano inmenso y se encuentra en la misma contingencia de cualquier individuo, los dineros público deben manejarse con excesiva exactitud del de  particulares; economía estricta, fiscalización colosal, sanciones efectivas para quien se apodere de arcas estatales, son condiciones de las cuales es imposible vivir. Hay que reaccionar contra el parasitismo devorador que consume, sin provecho directo para el país las contribuciones nacionales, hay que, de manera definitiva acabar con esa casa de beneficencia llamada tesoro público; que raspa de la sobrehaz del erario administrativo la asquerosa lepra del peculado que se viste de diversos modo, para hacer difícil apresarlo.A todo trance los ciudadanos colombianos debemos lucha para higienizar el comportamiento de aquellos que con conducta destructiva carcomen el tesoro nacional, para que de esta manera podamos cosechar riquezas y no se gaste torpemente con avaricia inexcusable en los bolsillos de los que sólo han contribuido en deplorar la nación.  Violencia, guerrilla, delincuencia común, extorciones, secuestros, feminicismos, en fin, una cadena de constantes delitos es nuestro pan de cada día, donde no se escapa un eslabón que su pérdida nos conduzca a la paz. De seguir bañados por un océano de calamidades, nos toca solo decir como dijo el poeta nicaragüense, “Cristófono Colombo, ruega a Dios por la patria que lleva tu nombre” y a Bolívar, implora a Cristo por la nación que libertaste, a nuestro Sagrado Corazón nuestro gran patrono, que nos mande una fórmula ingeniosa que nos reaviva el entusiasmos, nos cure el desaliento, nos aligere las fatigas y nos asegure la marcha de un gran porvenir y se nuestra conducta no es merecedora de tanto privilegios, que nos mande siquiera una ráfaga de esperanza.